Wednesday 29 October 2025
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abc - 1 days ago

Este barrio de Granada es famoso por tener bares especializados en vino

Aunque está en pleno centro de Granada , el Realejo es un barrio. Y lo es porque conserva una estructura de barrio, con vecinos que llevan viviendo allí varias generaciones, otros que llegaron hace treinta años y no se quieren ir ni a tiros, gente que se saluda por la calle porque se ve a diario y, por supuesto, comercios tradicionales: una pollería, una pescadería, una carnicería, una ferretería, una librería, una tienda de electrodomésticos… Y por supuesto, muchos bares. El Realejo es, de hecho, uno de los epicentros del ocio de Granada y, más que los restaurantes, abundan los bares, las tabernas y ese tipo de negocios ideales para comer o cenar a base de tapas, acompañadas, y aquí viene su particularidad, por una amplia oferta de vinos de gran calidad. Es complicado encontrar en otra ciudad andaluza una oferta tan completa . Los amantes del vino tienen en el Realejo no uno sino varios templos. Vayamos a ellos. Cualquier sitio es bueno para empezar, así que la ruta podría iniciarse perfectamente en La Brujidera , justo a la entrada del barrio, junto al convento de las Carmelitas Calzadas – las que hacen sushi para la calle - y a dos pasos de la Plaza de los Reyes Católicos. El sufijo Casa de Vinos ya da una clara idea de por dónde van los tiros en La Brujidera, muy frecuentado por locales y turistas, hasta el punto de que, si no se va a primera hora, es complicadísimo encontrar sitio para sentarse. Dentro, la oferta es impresionante: aproximadamente una veintena de referencias de tintos por copas y otras tantas de blancos, completada con vinos generosos, palo cortao, espumosos, rosados… Y por supuesto, la gama es aún más completa si se opta por botellas. Para comer, destacan las tapas y raciones frías : patés, embutidos o anchoas. Bajando por San Matías se llega a la calle Navas, donde abundan los Riojitas y los Riberitas de calidad cuestionable. Pero tirando hacia el lado contrario, en dirección a la Plaza de los Campos, está la calle Rosario, donde hay paradas ineludibles. Por ejemplo, el bar Malvasía , donde Miguel Vázquez , un veterano en estas lides, tiene material inflamable. Fue uno de los primeros sitios de Granada donde se usó el Coravín, un sistema que permite servir el vino sin quitar el corcho y que por tanto permite conservar el líquido durante más tiempo sin que se oxigene más de la cuenta y se estropee. La principal ventaja de ese invento es que así se pueden servir por copas marcas de gama alta que de otra forma sería casi imposible ofrecer. En el Malvasía eso lo hacen realidad y lo acompañan de una potente oferta gastronómica donde la carne es protagonista. Prácticamente enfrente está La Tana , uno de los más prestigiosos locales especializados en vino no sólo en Granada, sino en Andalucía y en España. Aparece en casi todas las guías prestigiosas, ha salido en reportajes internacionales y, en fin, no necesita presentación. El local de la Placeta del Agua tiene como principal cabeza visible a Jesús González , que en su día fue el sumiller andaluz más joven, y como probable sucesor a su sobrino Óscar Jiménez , que también lo fue . La carta de vino es apabullante: más de dos mil referencias de todas las clases de vino imaginables. Echar un vistazo a sus neveras es un gusto para los aficionados y la taberna tiene además una decoración que invita a quedarse allí horas y horas. El tapeo apenas lo han variado por aquello que dicen los entrenadores: lo que está bien no hace falta cambiarlo. Así de entrada, un trozo de pan con tomate, aceite y salchicha blanca no parece algo como para que se salgan los ojos de la órbita. Pero qué tomate, qué aceite, qué salchicha blanca, qué pan… Jesús González es a su vez dueño de La Botillería , casi al lado. Es más un restaurante que un bar pero quien quiera buenos vinos, allí los va a encontrar. Como también, de vuelta a la calle Rosario, en El Conde –imprescindibles sus patatas bravas- y, en la Plaza de los Campos, en el Asador de Castilla , donde se da una curiosa paradoja: siendo un asador, sirve unos boquerones de auténtica categoría. Seguimos viaje: en la calle Palacios, bajando cuatro escalones desde la Plaza de Santo Domingo, está el Ajoblanco . Se trata de una taberna pequeña y muy bien decorada que cada vez opta más por los vinos naturales y que también trabaja desde siempre el cava catalán y el champán francés, solos o acompañados con ostras, una de sus especialidades culinarias. Es además un buen avío para ocasiones especiales: si se presentan unos amigos en casa, surge cenar y falta vino, allí venden botellas. En el Campo del Príncipe hay varios bares interesantes, pero si vamos al vino, la mejor alternativa es la Taberna de Kafka , un nombre intelectual bajo el que se refugian buenos conocedores. Allí se organizan catas temáticas con producto nacional e internacional y en la pizarra se especifica muy bien qué es lo que se puede beber, especificando la uva, que es algo que en muchos sitios, si el cliente pregunta, se llevará como respuesta un encogimiento de hombros. La oferta se ha ampliado en los últimos meses. En la calle Molinos se ha instalado el Tilín , un concepto diferente en el que también se puede desayunar pero que, en lo que a vinos se refiere, apuesta por los naturales. Los hay de Granada, de varios puntos del Levante o del Bierzo, y se acompañan con productos enlatados difíciles de ver por aquí, como la oreja a la plancha. Cualquiera que pregunte en el Realejo por Casa Diego sabrá que está en la calle Pavaneras y que es una institución, una tienda de un montón de cosas –jamones, embutidos varios, carne, salmón ahumado, tortillas de bacalao…- donde es muy peligroso acudir con hambre, porque se te antoja todo. Es una entidad que en 1927 cumple cien años de hacer bien las cosas. Casa Diego siempre ha incluido el buen vino entre sus ofertas, pero hace sólo unos meses aprovechó un local contiguo para inaugurar una cava. Ha puesto al frente al sumiller Edgar Muñoz y en sus vitrinas hay, sobre todo, producto nacional, con botellas que van desde los ocho hasta los mil euros. Es decir, para todos los bolsillos. Al fondo hay un espacio reservado para catas, presentaciones y demás actos relacionados con la cultura del vino. Termina el recorrido con dos apuntes internacionales: L Epicure , en la Cuesta del Realejo, es una tienda de productos franceses que, además de quesos, patés y mermeladas, vende vinos de casi todas las denominaciones de origen del país vecino. En La casa dellapasta , en la calle Varela, hacen pasta fresca, como su nombre sugiere, pero el cliente se puede llevar también a su casa alguna que otra botellita interesante. Recomendación al canto: la uva nero d avola, de Sicilia. Potente y de sabor intenso pero a la vez amable. Como el barrio.


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