Thursday 30 October 2025
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abc - 5 hours ago

Mercè Conangla, psicóloga: «Existen varias razones por las que hay personas que no se aguantan ni a sí mismas»

Mercè Conangla es psicóloga, enfermera y experta en Educación Emocional, especializada en entrenamiento en competencias de liderazgo y comunicación no verbal. Lleva más de 20 años investigando cómo nuestras emociones influyen en la manera en que habitamos el mundo y gran parte de su trabajo lo dedica actualmente a la Fundación Ecología Emocional , que este año cumple 30 años de trayectoria. ¿Qué es exactamente la Ecología Emocional? Un modelo de gestión emocional que creamos con Jaume Soler el año 2002. Trata sobre el arte de la sostenibilidad emocional. Consiste en aprender a dirigir nuestra energía física, emocional y mental hacia la mejora de tres niveles: la relación con nosotros mismos, con los demás y el cuidado del planeta. Dado que son los valores los que orientan el sentido de dicha energía, proponemos dirigirla hacia la creatividad amorosa y la bondad en acción. Queremos ser parte de la solución en lugar de formar parte del problema. Proponemos educar a personas CAPA (Creativas – Amorosas – Pacíficas – Autónomas) sensibles y que cuiden la vida. Si ya es difícil conocer las emociones y trabajar sobre ellas, ¿no supone una complicación más relacionarlas con la ecología? Al contrario. Los humanos somos naturaleza y cada uno de nosotros es un ecosistema con sus propios territorios, fuentes de energía, forma de vincularse con otros seres y clima emocional. No podemos trabajar con nuestras emociones si somos ajenos a ello. Lo que ocurre en el planeta nos afecta y, al mismo tiempo, nosotros, movidos por pasiones como la ambición, la soberbia, el orgullo fruto de nuestro ego, acabamos dañando la naturaleza y, al hacerlo, dañando nuestra propia salud. La crisis climática que padecemos es fruto de la acción humana y nos está provocando desequilibrios emocionales como la ecoansiedad, la solastalgia, la rabia, la indignación, la desesperanza… ¿En qué nos puede beneficiar como persona? En muchos aspectos como, por ejemplo: mayor capacidad para mantener nuestra salud y equilibrio mental y emocional en este mundo incierto y cam mayor autonomía ante las influencias externas y los intentos de manipulación; mayor sentido crítico y más fortaleza y capacidad para desobedecer las ordenes que nos llevan a la violencia y a la destructividad y que van en contra de la vida y de nuestra hum menor desgaste emocional en situaciones imprevistas y más creatividad para dar respuestas adapt más serenidad y claridad mejora de la calidad de nuestras relaciones pers actitud proactiva ante los problemas del mundo y del planeta. ¿Por qué hay personas que no se aguantan ni a sí mismos? Seguramente porque sólo se conocen a sí mismas superficialmente o han integrado juicios de valores externos que no siempre les favorecen. Y, si no se conocen, no pueden reconocer su valor ni validarse y, por lo tanto, no se respetan, no agradecen, ni se aman. Porque sólo cuando nos amamos, nos damos el cuidado que necesitamos y merecemos. Cuando no es así, es posible que no nos aguantemos y nos rechacemos al ser en parte nosotros mismos los que nos causamos el sufrimiento. ¿Cómo pueden cambiar esta percepción en su opinión? Nos podrías dar algunas recomendaciones para poner en práctica. Gandhi decía: «Si cada día nos arreglamos el pelo, por qué no hacemos lo mismo con el corazón». Podemos practicar la higiene emocional diaria, entrenar en gimnasios emocionales». En Fundació Ecología Emocional ofrecemos desde hace 30 años estos recursos preventivos: fortalecer el músculo de la vo reforzar nuestras características como personas CAPA (Creativas – Amorosas – Pacíficas – Autónomas); practicar las 4R s emocionales, reduciendo conductas tóxicas, reparando heridas emocionales, reutilizando capacidades y cualidades que tenemos, pero mantenemos dormidas, y aprendiendo a reciclar emociones (convirtiendo la fuerza de la ira en fuerza para reparar injusticias, o la envidia en admiración positiva… a modo de ejemplo). En el contexto familiar, ¿cómo influye el clima emocional del hogar en el desarrollo emocional de los hijos? Recordemos que nos definimos por el tipo de familia que formamos -la familia escogida- y no por el tipo de familia donde hemos nacido o crecido. La biología, por sí sola, es un mal criterio para elegir a quienes van a formar parte de nuestro contexto más íntimo. No siempre el azar agrupa a personas compatibles y, en ocasiones las combinaciones pueden ser totalmente desequilibrantes. Tenemos la responsabilidad de crear nuestra propia familia afectiva -familia escogida- en la que puede estar incluida toda o sólo en parte nuestra familia de origen, además de otras personas con las que nos unen lazos de afecto, solidaridad y vida compartida Si nuestro ecosistema familiar es emocionalmente árido y no nos aporta vitaminas emocionales (gratitud, reconocimiento, alegría, validación, respeto, felicitaciones); si nos falta espacio para ser nosotros mismos (asfixia emocional); si hay frecuente «lluvia ácida» (insultos, descalificaciones, desprecio, ausencia…) o si los ejemplos adultos son proporcionados por personas inmaduras, con tendencia a la destructividad, adicciones varias, a estar ausentes emocionalmente o a ver lo peor de la vida… el clima emocional pude ser tan desequilibrante que los hijos sufran, se repriman, se depriman, desconfíen de sí mismos y acaben desorientados. ¿Qué papel juegan las emociones no expresadas o mal gestionadas de los padres en la salud emocional de toda la familia? Lo que no se resuelve, se reprime. Se ha confundido el «autocontrol emocional» con la represión. Autocontrolar las emociones significa expresar aquello que debe ser expresado, a la persona adecuada, en el momento adecuado, con el propósito justo y de la forma correcta. Y esto es necesario e inteligente. Reprimir algo, en cambio, supone acumular, sin dar la salida adecuada a emociones que pueden evolucionar a peor. Por ejemplo, un enfado reprimido puede convertirse en rabia, y ésta en rencor, y el rencor en resentimiento. Y del resentimiento al odio solo hay un paso. Hay familias en las que lo que no se dice puede ser un material altamente tóxico y contaminante, fuente de ofensa y malentendidos. Hay silencios-muro que pueden atrapar a todos lo que viven en esta familia. Desde la ecología emocional, ¿cómo podríamos enseñar a las familias a cuidar su ecosistema emocional ? La calidad de la familia depende de la calidad de las personas que la componen. Debería ser un proyecto vital abierto y flexible con posibilidad de evolucionar creativamente a medida que cambien y evolucionen las personas que la componen. Ha de basarse en el principio de la «no -exclusividad» en el amor y la «no-posesión». Hay que tomar conciencia de que la familia es una opción y no una obligación. Ha de ser un espacio de crecimiento individual y grupo humano. Para elegir bien nuestra familia afectiva debemos partir de la madurez personal, la autonomía y la libertad responsable. Más que un «lugar que nos alberga», ha de ser un espacio de encuentro emocional, de relación de ayuda y de crecimiento personal. Ha de permitir hacer compatibles y desplegar, sincrónicamente, el proyecto familiar y los diferentes proyectos individuales de vida de todos los que la forman, un espacio de relación respetuoso, especialmente protegido y libre de contaminación emocional. Así podrá fomentar y hacer compatible el compromiso con uno mismo, con los demás y con el mundo. ¿Qué estrategias recomienda para practicar una «higiene emocional diaria» dentro del hogar? Sería inteligente no ir a dormir nunca si no nos hemos puesto «en paz» con las personas que amamos. Cada persona tiene la responsabilidad de cuidar su territorio emocional para que se mantenga limpio y libre de toxicidad. Debe evitar acumular tensiones, ofensas, ira, rabia, descontento… así no lanzará, cuando esté tensionado, todas estas emociones desestabilizantes en forma de «lluvia ácida» a su entorno familiar. No es legítimo usar a los demás como contenedor de la basura emocional acumulada. Antes de entrar en casa debemos recordar que esta es una «zona protegida» donde habitan las especies humanas más especiales, aquellas que hemos elegido amar. Cuidarlas debe ser nuestra prioridad. También es clave abrir espacios de conversación tranquila para compartir lo que ha sucedido en nuestro día. Escuchar con atención a los demás sin juzgarlos. Y, cada día felicitar y agradecer a cada persona de nuestra familia todo aquello de valioso que nos aporta. Afirma que «lo de afuera tiene que ver con lo de adentro». ¿Cómo se refleja esta idea en las dinámicas familiares y en la forma en que los miembros se relacionan entre sí? Si yo no me conozco a mí misma, no me valoro y no me amo… ¿acaso puedo conocer, valorar y amar a los demás? Si yo vivo en constante batalla conmigo misma… ¿seré capaz de aportar serenidad, calma y paz a mis familiares? Si yo me contamino con mi diálogo interno, me menosprecio, me insulto, me descuido… ¿acaso voy a reconocer, validar, felicitar y cuidar a los demás? Si no cuido de mis necesidades, doy alas a mis sueños, y lucho por lo que me importa… ¿acaso voy a ser un modelo válido para que mis hijos y familiares lo hagan? ¿De qué manera los modelos emocionales parentales contribuyen a formar una nueva generación más consciente y conectada con la vida? Hay dos padres en la cima de una montaña, cada uno con su hijo. Un padre se dirige a su hijo, le señala las vistas y le dice: «Hijo todo esto que ves algún día podrá ser tuyo». El segundo padre, hace lo mismo con su hijo, pero el mensaje que le lanza es muy diferente: «Hijo, ¡mira!» Son dos modelos de crianza, apoyados por valores muy distintos. En el primer caso, el ansia, la ambición, el afán de poseer, la competitividad, el utilitarismo, el objetivo, ante todo, el poder… En el segundo caso, el padre le transmite la importancia de saber mirar y de saber ver, de apreciar la belleza de un paisaje sin desear poseerlo o utilizarlo, de estar en el mundo cuidando y admirando… Si queremos una nueva generación de humanos más conectados con la vida debemos enseñarles a «ver», a ser conscientes de la belleza de la naturaleza, a respetar a las personas sin querer poseerlas, a cuidar. ¿Qué importancia tiene la comunicación emocional no verbal en la construcción de vínculos familiares saludables? Lo que el lenguaje no comunica, el cuerpo suele expresarlo. Raramente el cuerpo enmudece. La comunicación emocional no verbal está constantemente presente. Es posible no comunicar. Nuestro rostro, nuestras manos, la postura de nuestro cuerpo, la tonalidad de nuestra habla… pueden apoyar o contradecir a nuestro lenguaje verbal. Si queremos construir vínculos familiares saludables es importante que seamos coherentes con lo que pensamos, decimos y hacemos. El cuerpo se hace resonancia de la coherencia o de la incoherencia interior. A menudo, lo que no decimos de palabra, nuestra mímica, nuestros gestos, nuestra postura, lo dicen por nosotros. En su experiencia, ¿cómo puede una familia transformar un clima emocional negativo —de tensión, queja o desconfianza— en un ambiente de armonía y confianza? Recordar el «para qué» están juntos, el sentido profundo de lo que es la familia (una red de relaciones de afecto que nos ayuda a crecer en las diferentes etapas de vida, que nos sostiene, nos anima, nos consuela, nos empuja a ser la mejor versión de persona que podemos ser). Cuando afuera el mundo se convierte en «hostil», la familia emocionalmente ecológica puede ser un refugio donde nos podemos recomponer, curar, y donde sabemos que estaremos protegidos y a resguardo. Desde esta conciencia tenemos que trabajar en la mejora de nuestro clima emocional interior, entrenando nuestra capacidad para ordenar nuestro territorio mental y emocional, para mejorar como personas, y practicar la bondad en las pequeñas cosas de cada día. Podríamos empezar por buscar algo que agradecer o que reconocer y expresarlo a cada uno de los miembros de la familia. También, cuando tengamos una ofensa o una queja, expresar lo que sentimos sin apelar a la ira, hablando desde el yo: «yo me he sentido así cuando tu… y te pido que…». ¿Qué papel tienen las pequeñas acciones emocionales cotidianas (como escuchar, agradecer o abrazar) en la creación de un «cambio climático emocional» dentro del hogar? Son clave. Empezar el día conectados a la gratitud, regalar una sonrisa, tener un detalle inesperado con el otro, ofrecernos a ayudar en alguna cosa pequeña, decir más «te amo», «te agradezco» «valoro mucho…» hacer limpieza de lo que no sirve, ventilar espacios físicos y emocionales… Todo esto ayuda muchísimo. Urge reducir los ritmos, puesto que la prisa es la fuente de la violencia y no permite que crezca el sentimiento de ternura, tan necesario. Podemos desconectarnos de lo digital cuando estamos juntos y gozar de la mutua presencia, del tacto, del contacto, de las miradas. La presencia, la paciencia, la generosidad, la ternura y la amabilidad son muestras de bondad y un signo de inteligencia evolucionada.


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