Friday 31 October 2025
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eldiario - 1 days ago

La rabia se hizo palabra en el funeral de la dana

La ira buscó una vía de escape en el acto de homenaje a las víctimas de la dana y, sigilosa e hiriente, se ahormó en frases que viajaban como cuchillos hasta el corazón de quien no ha sido capaz aún de pronunciar nada honestoLas víctimas reclaman en el funeral de la dana que prevalezcan “la verdad y el respeto” y señalan a “quien omite su deber” El motivo por el que una especie enclenque como el ser humano dobleg a bestias naturales de 10 metros hace miles de a os no fue el m sculo o la velocidad. Fue la palabra. La capacidad de entenderse y expresarse, de compartir mitos y aunar esfuerzos para fines comunes. La palabra, y las im genes de la televisi n o los sonidos, se ha quedado estrecha desde el principio para poder expresar lo que sintieron quienes pasaron la dana. Solo ellos pueden saber qu es perder de vista a un familiar luchando contra el agua sin poder ayudarle, ver a familias enteras queriendo salvar la vida subidas en el cap de un coche sin poder hacer nada. Saber de un hijo de vuelta del trabajo en la l nea del barranco sin poder asistirle. Ver desaparecer un hogar y no poder ayudar. Los que hemos intentado contarlo hemos fracasado desde el inicio, como lamentaba este mi rcoles Carlos Alsina, quiz s quien mejor haya expresado con voz tanta frustraci n de tantos periodistas. La palabra resulta in til para captar, siquiera sutilmente, cada uno de esos inabarcables traumas. El mensaje, la palabra, esa que nos convirti en poderosos, hubiera servido para que muchos salvaran su vida. Pero esa palabra no fue dicha. En su lugar, una pila de mentiras intentando cubrir la desverg enza de un aviso mudo y no nato que dej helados y sin respuesta a miles de ciudadanos. Obligados a salvarse entre ellos. En lugar de arneses, s banas. En lugar de gr as, escaleras de casa. Las v ctimas de la dana tuvieron este mi rcoles su funeral, para que por fin se pudiera decir un lo siento colectivo, una palabra aplazada un a o que significa nos importas , 237 nombres, exististe . Se pidi neutralidad, pero la rabia galopaba los asientos porque se han amputado durante doce meses las palabras perdonadme, no lo vi venir . Entonces, esa rabia busc una v a de escape y, sigilosa e hiriente como una fuga de gas, se ahorm en frases acusadoras que viajaban como cuchillos hasta el coraz n de quien no ha sido capaz a n de pronunciar nada honesto. Se ve a venir, pero quien en su d a no habl tampoco quiere escuchar y acudi a un funeral al que no era bienvenido. Aunque qued en tercera fila, le llegaron a los o dos palabras de barro y de vuelta como respuesta a su silencio e infamia de ida. La palabra, president, no se puede robar. Ni tampoco taponar con aire o esl ganes una herida. Hay una cicatriz supurante a n que se desparram en el funeral laico del Museu de les Ci ncies de Val ncia. Lat a desde todas las filas, desde el principio, un dolor y una necesidad de decir algo m s que gracias. Porque la verdad no puede conformarse con ser dicha solamente en los legajos de un juzgado. Fue una desgracia natural brutal, pero era prevenible. Sin embargo, la palabra necesaria para subir a pisos altos no fue pronunciada. La diferencia entre la vida y la muerte no era haber cogido el coche esa tarde, era que le hubieran dado al bot n de SMS antes. Se necesitaba escuchar y fue dicho. Por Virginia, que perdi a un primo en Letur y que, quiz s esquivando su preparado y revisado discurso oficial, encontr la manera de materializar el sentimiento que flotaba en el aire, dibujando la idea en s labas, atrapando la rabia en pensamiento, que luego pasa por las cuerdas vocales y sale soplada al mundo: No fue este fen meno el causante de la cat strofe que hemos sufrido. Es quien omite su deber, a sabiendas de que su omisi n puede suponer la p rdida de vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva en esas muertes . Aplaudi una mayor a necesitada de verdad, entre los que se encontraba la propia reina. Es dif cil definir c mo una tarde normal y cualquiera se convierte en una lucha a pelo contra un tsunami de barro sin embridar de seis metros de ancho a 28 kil metros por hora. Es imposible vivir sin verdad, amordazar la palabra o amputar el sentimiento. Verdad. Justicia. Reparaci n.


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