Thursday 30 October 2025
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abc - 18 hours ago

El armageddon del 3I/ATLAS contra la Tierra y otros meteoritos de cine: Cuando los guionistas jugaron a ser científicos

Cineastas y guionistas supieron anticiparse a preocupaciones tan actuales como la del 3I/ATLAS, y habremos pues, de referirnos a los maestros del séptimo arte como si de unos verdaderos investigadores de la ciencia se tratara: títulos emblemáticos que plantearon dilemas e incluso soluciones eficaces ante la proximidad del asteroide de turno , que ya se llevó por delante a los dinosaurios, por ejemplo. Por eso el cine es más que solo cine. Ya en 1910 el avistamiento del cometa Halley despertó la meteoromanía, especialmente después del anuncio de Camille Flammarion en L atmosphère de que el gas cianógeno del bólido impregnaría la atmósfera y extinguiría toda forma de vida terrestre. La prensa corroboró la predicción fatal y las gentes se prepararon, no siempre con orden y cívico, a recibir el catastrófico impacto. El cineasta August Blom aprovechó la circunstancia y la publicación de El cinturón venenoso (1913) de Conan Doyle para filmar El fin del mundo (1916) con presupuesto danés y que se estrenó en mitad de la Gran Guerra, con el planteamiento de que el cometa destruiría el noroeste de Europa. Con unos primitivos efectos especiales y dilemas morales muy actuales – los ricos en busca de su búnker y los pobres en medio de la desesperación asumiendo que morirán como ratas –, el filme explora la dimensión de los refugios subterráneos, donde todo puede ocurrir con la convivencia de las clases sociales. Cuando los mundo chocan (1951) de Rudolph Maté con efectos especiales de George Pal contaba con un guion basado en novela de Edwin Balmer y Philip Wylie. La base científica sigue hoy vigente: la solución factible ante la proximidad de dos planetas rebeldes, Bronson Alpha y Bronson Meta, atraídos por el Sol, es enviar al espacio varias naves espaciales con humanos y animales a manera de arcas de Noé. El tsunami gigantesco en una escena aterradora con una Nueva York semisumergida o ciudadanos desesperados por subir a los transbordadores y dispuestos a todo impactaron a los públicos de la época. «Desperdicien cualquier cosa menos el tiempo. Es el material más escaso», rezaba el filme ante la inminente extinción de la especie humana. El genial Burgess Meredith, actor y director ocasional, quiso producir su continuación, Después de que los mundos hayan chocado , que iba a dirigir Byron Haskin y de nuevo con la dirección artística de George Pal, pero finalmente se frustró. Meteoro (1979) de Ronald Neame, con guion de Stanley Mann y Edward H. North , interpretada por un siempre convincente Sean Connery en un rol de científico al que acompañan Natalie Wood como intérprete soviética y Henry Fonda en el papel de presidente estadounidense, se centra en la Guerra Fría con la Unión Soviética, cuando ambas potencias llegan a un acuerdo para desviar sus cabeza nucleares vía satélite y que apunten al meteorito. La película se basa en el Proyecto Ícaro del MIT , diseñado en 1968 para desviar asteroides con idéntico planteamiento, y en los más recientes Tratados de reducción de los misiles (SALT) de 1972, que firmaron Richard Nixon y Leonid Brézhnev . El plan real consistía en lanzar 6 bombas de hidrógeno, de cien megatones cada una, a bordo de los cohetes Saturno V, procedimiento que se desempolvó y actualizó hace unos meses con el reciente anuncio de la visita sideral. Desde los años setenta, los productores Richard D. Zanuck y David Brown querían realizar una versión actualizada de Cuando los mundos chocan, y que estuviese dirigida por Steven Spielberg, pero este, que había adquirido los derechos de El martillo de Dios de Arthur C. Clarke, no retomó el proyecto hasta producir Deep Impact (1998), escrita por Bruce Joel Rubin, apasionado guionista que vio en su estreno cuando era niño el clásico de Maté. Mimi Leder se encargó de la dirección y Morgan Freeman dio vida a un resolutivo presidente de los Estados Unidos –diez años antes de que Barack Obama fuese elegido–, en medio de un reparto de glorias del cine, como Maximilian Schell o Robert Duvall . Justo antes del estreno, se anunció que el asteroide 1997 XF11 impactaría sobre la Tierra el 26 de octubre de 2028, lo que contribuyó a que los espectadores acudiesen a ver anticipadamente el escenario apocalíptico: las escenas del impacto del meteorito en la costa este de los Estados Unidos y provocando el maremoto hacia el interior siguen siendo insuperables. El otro título que compitió y con éxito ese año de 1998 fue Armageddon de Michael Bay, con guion de J.J. Abrams y Jonathan Hensleigh, basado en el asesoramiento real a las Fuerzas Armadas y a la NASA de un equipo de perforadores de petróleo a fin de hacer estallar cualquier roca estratosférica sospechosa. Bay contó con el apoyo de la mencionada NASA, que cedió el laboratorio de flotabilidad, una piscina de 265 millones de litros y 12 metros de profundidad , dos trajes espaciales valorados en 10 millones de dólares, la plataforma de lanzamiento del Apolo 1 y hasta un transbordador espacial. «Las plataformas petrolíferas salvan al mundo», rezaba la promoción de la taquillera cinta con Bruce Willis, Liv Tyler y Ben Affleck. También el cine español produjo su película meteórica, si bien más realista y tremendista: Tres días (2008), de F. Javier Gutiérrez, con unos extraordinarios Víctor Clavijo y Eduard Fernández en uno de sus impagables papeles de villano, inmensos en sus roles de dos personajes marcados por la fatalidad y abocados a una confrontación final por su pasado, cuando se acaba de anunciar la destrucción del mundo en las próximas 82 horas. Melancolía (2011) de Lars von Trier también comparte esa oscuridad de la cinta española y un final igualmente verosímil ante la hipótesis de la destrucción del planeta: cruce entre Celebración y Armageddon , ofrece una metáfora de la depresión humana, con un reparto estelar que encabeza Kirsten Dunst, y que completan Kiefer Sutherland, John Hurt o Udo Kier a ritmo de Wagner. Por último, tras Greenland: el último refugio (2020) de Ric Roman Waugh, de tintes más familiares y de carretera, con sorteo incluido de quiénes salvarán la vida en los refugios subterráneos que buscan Gerard Butler y Morena Ba y la caricaturesca No mires arriba (2021) de Adam McKay, sátira de la decadencia política y de las teorías del cambio climático con reparto de campanillas –Leonardo DiCaprio, Meryl Streep o Jennifer Lawrence–, parece que ningún planetoide más va a atravesar las pantallas… de momento.


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