Tuesday 14 October 2025
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abc - 8 hours ago

Lo que Canarias debe aprender del volcán de La Palma: «Salvar vidas no basta»

El fotógrafo Alfonso Escalero , quien recibió este año el Premio Cabildo de La Palma por su labor altruista en favor de la población afectada en la erupción en La Palma, ha advertido que hay lecciones del volcán que están por aprender: «No basta con salvar vidas». Tras su experiencia como testigo de esta catástrofe y al conocer de cerca de lo que han pasado cientos de familias, ha avisado de la importancia de preparar a la población de forma preventiva sobre los riesgos naturales y preparar también las condiciones para que pueda rehacer su vida después. En una reflexión tras una catástrofe sin precedentes en la isla, plantea trece propuestas concretas para mejorar la gestión de futuras emergencias volcánicas, basadas en las lecciones del Tajogaite. En La Palma, ha lamentado, «hubo momentos en que la población percibió, y con razón, una desconexión profunda entre la comunidad científica y su sufrimiento cotidiano». Para Escalero, «no es aceptable que instituciones científicas anuncien futuros geositios turísticos, mientras los propietarios tenían prohibido acceder a sus hogares y pensaban que en algún momento podrían volver a sus casas. Ese contraste generó una sensación de abandono y falta de respeto, como si el volcán fuese un espectáculo para unos y una tragedia para otros». Estas propuestas, «no son reproches, sino aprendizajes que deberíamos asumir y mejorar colectivamente», ya que la próxima erupción »no puede encontrarnos igual de desprevenidos: vivir entre volcanes no es una condena, pero exige preparación, transparencia y sensibilidad real». A su juicio, «las instituciones y los servicios de emergencia repiten como un mantra que la prioridad es salvar vidas, y, por supuesto, proteger la vida humana es lo primero, pero evacuar a tiempo , poner a salvo a la población, en caso de un riesgo grave, no es suficiente para que las Administraciones públicas cumplan con su deber, porque ese mantra se podría convertir entonces en una coartada institucional para eximirse de responsabilidades: Ya salvamos tu vida, ahora búscate la tuya». Por ello, Escalero, que durante y después de la erupción realizó miles de fotos con drones de forma altruista a petición de los afectados ante la ausencia de un servicio público que les mantuviera informados sobre sus propiedades. «Un volcán arrasa casas, barrios y sí destruye identidades colectivas. Y es precisamente ahí donde la empatía institucional debería ser más fuerte: no limitarse a evacuar, sino ayudar a que los pueblos puedan reconstruirse con dignidad», ha explicado el fotógrafo. «La gestión volcánica moderna no puede quedarse en la línea de salida, debería preparar, proteger y acompañar a la población antes, durante y después de la catástrofe». La erupción en Cumbre Vieja «dejó al descubierto fortalezas, pero sobre todo debilidades que deberían transformarse en aprendizajes colectivos». En lo relativo a la prevención ciudadana, Escalero ha planteado cuatro medidas «fundamentales» para la población, que debe estar informada ante cualquier compraventa por parte del notario o registrador por escrito sobre el nivel de peligrosidad volcánica (u otros riesgos naturales) a la que se expone la vivienda o t o, en su caso, campañas permanentes de concienciación, para que la ciudadanía, bien informada, conozca los riesgos reales del territorio y pueda tomar decisiones. El seguro debe ser obligatorio para las propiedades en zonas de riesgo volcánica, propone, y mientras no se adopte esta medida, las instituciones deberían impulsar campañas informativas continuas que expliquen la importancia de asegurar viviendas y negocio, «fomentando una cultura colectiva de prevención y responsabilidad compartida». Además, ha destacado el fotógrafo, todas las propiedades deberían estar «correctamente inscritas, con planos actualizados y al corriente en el catastro y el Registro de la Propiedad, para acceder a seguros y ayudas sin retrasos». Y para ello deberían hacerse también campañas informativas y de asesoramiento técnico, para que los bienes «no queden fuera de la protección legal». Del mismo modo, las personas que vivan en las propiedades deberían asegurarse de estar oficialmente empadronadas en ellas, pues en el caso de La Palma en 2021, hubo quienes vivían en una casa pero no estaban empadronadas, y «tuvieron problemas para ser reconocidas como afectadas». El fotógrafo ha destacado la importancia de un sistema de verificación basado en fotografías o vídeos de drones para monitorizar diariamente la evolución de las propiedades, para reducir la incertidumbre y sufrimiento emocional, y otro sistema para la búsqueda y localización de animales atrapados». Asimismo, el Premio Cabildo de La Palma 2025 sugiere que las imágenes de satélite deben obtenerse con mayor frecuencia que durante la erupción del Tajogaite, cuando solo se disponía de una a la semana, «lo que afectó a las pruebas para el Consorcio de Compensación de Seguros, que en muchos casos erró». Escalero ha valorado como necesario que las instituciones públicas «localicen e inscriban a las personas afectadas, sin depender de que estas acudan a registros en pleno shock », dado que «en La Palma, muchas personas mayores no pudieron desplazarse ni entender los trámites y quedaron fuera de los primeros listados de ayudas, además de que ayudaría a localizar a personas que hayan tenido problemas con la catástrofe». La vivienda es otro aspecto fundamental para este fotógrafo en estos casos: «Quienes no tengan una casa donde alojarse deberían recibir alternativas claras y dignas , considerando la unidad familiar y los animales«. Además, si es posible acceder con seguridad a las viviendas en la zona afectada por una emergencia, »deberían habilitarse medios de transporte y almacenes seguros para retirar y conservar enseres desde el primer momento». En La Palma « no se previó el realojo integral ni la retirada organizada de perten pasó más de un mes antes de habilitarse almacenes, y muchas pertenencias acabaron destruidas por humedad y ratas. Tampoco se exploró la posibilidad de usar grandes cruceros para alojar». La información que den científicos y autoridades, ha defendido Escalero, debe ser «clara, directa, y más si hay cambios a última hora», pues pone de relieve que «en La Palma, no se informó con claridad sobre el cambio de ubicación de la zona de peligro el cambio de peligrosidad por el desplazamiento del magma». «Por esta falta de información oficial», advierte «muchas personas no prepararon ni siquiera una maleta con sus documentos y objetos personales, creyendo que «no les iba a afectar», pero finalmente fueron las primeras en verse afectadas por la lava y perdieron todas sus propiedades». La atención a la salud mental es otro de los «pilares» en una emergencia y por ello su décima propuesta ve imprescindible que «los equipos psicológicos estén presentes desde el primer momento y mantenerse durante todo el tiempo necesario, no desaparecer cuando aún la población más los necesita, como ocurrió en La Palma». «El daño emocional es duradero», señala. Además, ha apuntado que se debe tener en cuenta la amenaza que supone la ceniza para las viviendas que se han salvado de la lava: «Desde el inicio deberían desplegarse unidades militares especializadas y maquinaria pesada para mantener tejados y estructuras limpias, conservar accesos y rescatar patrimonio». No repetir errores es clave para una gestión más eficaz en una erupción futura, por lo que plantea que «las zonas de alta peligrosidad deberían integrarse en la planificación urbanística y en políticas de vivienda, evitando repetir errores» cometidos en La Palma. También a los científicos, propone que se apliquen los «principios de geoética», es decir, que «el conocimiento científico debería ponerse al servicio de las personas y los territorios, con honestidad, sensibilidad y responsabilidad social».  


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