Wednesday 29 October 2025
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abc - 9 hours ago

«Lo que pretendemos es que los hombres se den cuenta de que se puede ser masculino sin ser patriarcal»

«Por distintos caminos, las dos llegamos a la conclusión de que la crítica feminista tiene un problema y es que aunque aporta diagnósticos impecables del patriarcado, y de su alta toxicidad, se ha preocupado menos de los modelos masculinos positivos». Este fue el punto de partida de una obra que reúne, en 16 capítulos aportaciones de diversa autoría. Sara Martín Alegre profesora de Literatura inglesa y Estudios culturales en la Universitat Autònoma de Barcelona e Isabel Santaulària Capdevila, profesora titular de la misma especialidad en el Departamento de Inglés y Lingüística de la Universidad de Lleida, reflexionan en la siguiente entrevista sobre la esencia de este proyecto coral, del que ambas han escrito una introducción que funciona a la perfección como marco y contexto de esta visiones académicas. -¿Cuál fue la génesis de este proyecto editorial y cuál consideran que es la esencia de su aportación a la reflexión sobre el ámbito de la masculinidad tóxica ? -Aunque ambas nos consideramos feministas sin duda alguna y así se ve en nuestro trabajo, convivimos con hombres en la pareja, la familia, el entorno laboral y, en suma, la sociedad. Nos pareció, por lo tanto, importante, buscar representaciones de las masculinidades en la ficción y en textos derivados de la vida real para romper con la constante dinámica crítica. Por eso, nos centramos en la idea de buscar hombres buenos, tal como indica nuestro título, aunque el concepto del hombre bueno pueda parecer blando o pasado de moda. Nosotras, por cierto, no hablamos de masculinidad tóxica , sino que distinguimos entre el patriarcado (que es tóxico) y la masculinidad, que está abierta a cambios. Lo que pretendemos es que los hombres se den cuenta de que se puede ser masculino sin ser patriarcal, y que se revalorice la figura del buen hombre (el que sabe cuidar, sabe ser vulnerable, y defiende conductas éticas) para luchar contra la figura demasiado atractiva del mal hombre: autoritario, violento, dominador. En la ficción popular, sobre todo en series de televisión y novelas de géneros populares como son la acción, la aventura, el western o incluso el romance, el tipo de masculinidad de los protagonistas es a menudo nociva. Se ensalzan características como la violencia, la agresividad, la ambición desmesurada, la hipersexualidad, la musculinidad o el poder, por lo que el modelo de masculinidad hegemónica que sirve de ideario para los hombres que consumen estos productos perpetúa patrones patriarcales. En cambio, hay pocos hombres buenos protagonistas, como si no hubiera historias que contar, interesantes y complejas, sobre buenos tipos . En cuanto a la génesis del libro en sí, nos pareció adecuado que fuera un trabajo colectivo con autores a los que conocemos muy bien, y a quienes invitamos a presentar propuestas. Las dos estamos muy satisfechas del resultado final. -¿Cómo encaja esta obra en su trabajo editorial-académico, tanto en publicaciones como en tesis (como en el caso del rol del hombre en la ciencia-ficción o en representaciones audiovisuales?) (Sara empezó a publicar sobre hombres y masculinidades en 1998, y más tarde trabajó con el grupo de investigación Construyendo Nuevas Masculinidades de la Universitat de Barcelona y el Centre Dona i Literatura, que llevaba Àngels Carabí. Isabel presentó en 2000 su tesis sobre la representación de la masculinidad en la obra del autor sudafricano de novela de aventuras Wilbur Smith, tras haber publicado ya sobre la masculinidad en la aventura, y luego fue parte de un proyecto de investigación sobre masculinidad y envejecimiento, dirigido por José María Armengol, de la Universidad de Castilla-La Mancha, especialista que, de hecho, era miembro del grupo de la Prof. Carabí). -Las dos llevamos décadas trabajando el entrecruzamiento de los Estudios de Género con el estudio de las ficciones populares en inglés, con especial interés en los Estudios de las Masculinidades. Somos, por lo tanto, investigadoras ya muy experimentadas en el campo de los Estudios de las Masculinidades dentro de los Estudios Ingleses (ambas somos filólogas inglesas). Esto puede sorprender porque parece que sólo la Sociología y quizás la Psicología pueden hacer aportaciones sobre las masculinidades, pero dentro de las filologías, y, sobre todo, de los Estudios Culturales, hay mucho que decir sobre la representación de los hombres y de las masculinidades, sea propia o ajena (es decir, por parte de las mujeres). -¿Hasta qué punto es importante la deconstrucción hecha por el feminismo de la Segunda Ola , ¿en qué grado ha influido en las obras referenciadas? -El feminismo de la Segunda Ola, el de los años 60 y 70, nos dio un activismo y un marco teórico imprescindibles para entender las obras que estudiamos, pero no tuvo necesariamente un efecto sobre ellas por puras razones cronológicas. Cabe decir que el feminismo en general—incluyendo las diferentes olas y el postfeminismo—ha estado más interesado en identificar, condenar y socavar el patriarcado que en buscar modelos alternativos a la masculinidad tradicional, por lo que creemos que podemos trabajar desde el feminismo precisamente para detectar estos modelos—estas nuevas formas de ser hombre —más cercanos y aceptables en una sociedad que debería aspirar a convertirse en realmente post-feminista. Las obras que exploran nuestros colaboradores empiezan con Jane Austen y acaban con el legado de Julia Child (la mujer que introdujo los programas de cocina en la televisión de EEUU en los años 60) y su marido Paul Child, pasando por autores clásicos como Herman Melville, TS Elliot, DH Lawrence, otros internacionales contemporáneos (Tim Winton, Zadie Smith), la novela y el cine, y las series de TV de ciencia ficción y fantasía (Harry Potter, Star Wars, etc) y acercamientos a personajes reales como Fred Rogers o la ya mencionada Julia Child. No se trata, por lo tanto, de estudiar textos feministas, pro-feministas, o antipatriarcales, sino de buscar con ahínco dónde están los hombres buenos que nos podrían acompañar en el camino hacia la total igualdad de género, como querría el feminismo. -¿Cómo han viajado en el tiempo los roles masculinos de las diversas obras representadas? ¿Hasta qué punto (como han referido) la bondad es una herramienta muy potente para desintoxicar la masculinidad? -Los diversos capítulos nos han demostrado, sin duda alguna, que la bondad es imprescindible para desintoxicar la masculinidad, pero también que no es fácil encontrarla. Las dos escogimos para nuestros propios capítulos hombres estadounidenses de la vida real conocidos por ser buenos hombres (Fred Rogers, Paul Child), que han aparecido en biografías, documentales e incluso películas de ficción. Pero vimos que en la ficción en sí cuesta mucho más encontrar hombres buenos (los hay, como Peeta Mellark de Los Juegos del Hambre, Harry Potter, o los protagonistas del autor australiano Tim Winton). Lo que nuestros colaboradores nos han contado son procesos de desintoxicación a los que hombres no tan buenos se adhieren para intentar desintoxicarse, una vez toman conciencia del impacto negativo del patriarcado. En los casos más extremos, apenas hay sitio para el hombre bueno, aunque brilla su presencia cuando aparece, y en otros el hombre patriarcal tóxico entiende que debe desaparecer para dar paso a otras personas. Al final del proceso de edición/escritura, una de las principales lecciones que hemos aprendido es que el espacio público y los valores que se ensalzan en el mismo, sobre todo en ámbitos como son los deportes, la política o los negocios, incluso en entornos que, aparentemente, son menos propicios para el desarrollo de las hiper-masculinidades, como por ejemplo la cocina de restaurantes o las universidades, siguen siendo patriarcales. Por lo tanto, hace falta buscar alternativas más cercanas a los hábitats tradicionalmente definidos como domésticos—más centrados en el cuidado, la vulnerabilidad y la (inter)dependencia. De hecho, los problemas asociados con la violencia machista misógina se generan precisamente al pasar los hombres patriarcales al entorno doméstico sin pasar por un proceso de domesticación antipatriarcal. -Son muchas las obras representadas (y diferentes los autores), ¿cuáles consideran que ofrecieron un enfoque más moderno, avanzado, en su tiempo? -Creo que las dos vamos a barrer para casa… A Sara le parece que Fred Rogers, un popularísimo presentador de TV infantil con su programa Mr Rogers Neighborhood y otros, que era además reverendo presbiteriano, se acerca mucho al modelo ideal de hombre bueno, aunque Rogers, que murió en 2003, no tiene ningún sustituto. Rogers basó toda su obra televisiva, y sus canciones, en promover la empatía y en invitar a los niños a revelar sus sentimientos. Paul Child dejó su empleo como diplomático para dedicarse en cuerpo y alma a la carrera televisiva de su esposa, Julia. Curiosamente, ella no se declaró nunca feminista, quizás porque el feminista de verdad era Paul. Entre los textos de ficción, quizás destacamos la serie británica de TV Last Tango in Halifax al tratar de las vicisitudes de un hombre mayor, categoría que solemos dejar de lado al hablar de las masculinidades positivas pero que hay que reivindicar. Solo hay que pensar en la gran cantidad de abuelos que cuidan hoy de sus nietos como no lo hicieron de sus hijos, a quienes tuvieron en una sociedad mucho más restrictiva sobre lo que significaba ser un hombre. - ¿Qué nos debería incumbir a la sociedad de la necesaria desintoxicación de la masculinidad patriarcal? -A las dos nos preocupa, como decíamos, que la etiqueta hombre bueno o buen hombre esté tan desvalorizada porque los patrones que se valoran en la masculinidad de hoy son más bien masculinistas patriarcales, sobre todo entre los chicos jóvenes. La avalancha de políticos autoritarios e influencers masculinistas profundamente misóginos, homófobos y racistas no está siendo contrarrestada. Estamos muy lejos de tener un Gandhi o un Martin Luther King, y, lo que es peor, no parece haber interés en que surjan equivalentes. En todo caso, es obvio que no basta con autoproclamarse hombre bueno: son los demás los que tienen que decir si un hombre es en verdad bueno. Y si tropezamos con algún personaje masculino bueno (¿quizás Superman?) hay que saber etiquetarlo sin vergüenza, y ensalzarlo. Los que deberían pasar vergüenza son los malos hombres, y todos sabemos quiénes son. Ficha Título: En busca de hombres buenos. Estrategias para desintoxicar la masculinidad en la cultura anglófona Editoras: Sara Martín Alegre y M. Isabel Santaulària i Capdevila (eds.) Editorial: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2025 Disponible en Prensas UNIZAR


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