Wednesday 15 October 2025
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eldiario - 21 hours ago

Por qué la guerra no ha llegado a su fin, por mucho que Trump proclame la paz en Gaza

Calificar de éxito histórico una mera tregua tras dos años de genocidio solo se entiende desde la irrealidad en la que Trump y sus sumisos coristas se han instalado desde hace tiempoTrump exhibe su triunfalismo en una cumbre de paz para Gaza sin Netanyahu ni Hamás No se trata de llevarle caprichosamente la contraria a Donald Trump ni de aparecer como un agorero empe ado en verlo todo negro. Se trata nicamente de separar las enso aciones iluminadas de los hechos, sin olvidar las reiteradas declaraciones belicistas de los principales actores implicados en el conflicto y una larga historia de incumplimientos de tantos pactos anunciados a bombo y platillo. Y, desgraciadamente, lo que se extrae de ah es que, al contrario de lo que sostiene el actual inquilino de la Casa Blanca, esto no es el final de la guerra (aunque mejor ser a decir de la masacre y el genocidio). No lo es, en primer lugar, porque lo nico acordado hasta ahora es una simple tregua. Una tregua, por supuesto, bienvenida, en la medida en que sirva para detener al menos moment neamente las matanzas, para un intercambio de prisioneros y para permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Porque lo pactado no es de ning n modo un acuerdo de paz, sino tan solo la primera fase de un proceso muy desigual en cuanto a los compromisos asumidos por las partes. Si nos atenemos a los hechos todo se reduce de momento a que Ham s libera a 24 personas (20 vivas y cuatro muertas) que ten a en su poder, lo que supone ceder la nica baza de negociaci n que pose a para lograr que Benjam n Netanyahu cumpla su parte del trato. Eso le supone quedar totalmente a expensas de la buena (o mala) voluntad de Trump para forzar a Israel a cumplir su parte. Un Trump que, en su discurso en la Kn set, no ha tenido reparos en reconocerse como c mplice de la barbarie israel (suministr ndole armas que han sabido usar muy bien ) y que ha empleado a Steve Witkoff y Jared Kushner, ambos jud os, como supuestos mediadores honestos. Por su parte, Netanyahu solo se ha comprometido a liberar a unos 2.000 palestinos de la c aunque en realidad todo se queda en unos 200 que cumpl an condena, dado que el resto forman parte de los m s de 13.000 que las fuerzas israel es se han dedicado a detener arbitrariamente, con la clara intenci n de amedrentar a los palestinos y contar con un remanente del que echar mano para el intercambio. En el terreno militar simplemente se limita a llevar a cabo un redespliegue resulta absolutamente impropio denominarlo retirada, ni siquiera gradual , lo que le permite seguir manteniendo el control directo del 58% de la Franja. Negociaciones turbulentas por delante Y hasta ah , junto con la entrada de una ayuda humanitaria que Tel Aviv seguir graduando en funci n de sus propios criterios, llega realmente lo que ambas partes han acordado. Eso significa que todo lo dem s la creaci n de una entidad pol tica palestina, la retirada total israel , el desarme de Ham s o el despliegue de una fuerza internacional de estabilizaci n queda sujeto a una negociaci n que se adivina muy turbulenta. Lo pactado no es de ningún modo un acuerdo de paz, sino tan solo la primera fase de un proceso muy desigual en cuanto a los compromisos asumidos por las partes Netanyahu ha logrado, de entrada, que la propuesta inicial de Trump, con sus 20 puntos, haya pasado a estructurarse en dos etapas de final abierto. La primera, que es la que ahora se acaba de materializar, est planteada como una capitulaci n del Movimiento de Resistencia Isl mica, con el objetivo de hacerlo desaparecer de la escena pol tica y de desarmarlo por completo. La perspectiva de una entidad pol tica tecnocr tica para gestionar la Franja, subordinada a una autoridad que coloca al propio Trump en la c spide, con el ex primer ministro brit nico Tony Blair como virrey sobre el terreno, implica que ning n miembro de Ham s y del resto de las milicias armadas contra Israel podr tener presencia alguna en lo que algunos se empe an en presentar como una nueva Gaza. Y a eso se pretende sumar la desintegraci n militar de Ham s, abandonando las armas que le han servido para ejercer una resistencia armada que el derecho internacional concede al ocupado con el fin de librarse precisamente del ocupante. Se hace dif cil imaginar que Ham s acepte ese guion que supone su eliminaci n total. Y la primera muestra de ello es su intento de recuperar el control de las calles de Gaza a punta de pistola, enfrent ndose desde el primer momento a los clanes armados que han tratado de aprovechar (con apoyo directo de Tel Aviv) el vac o dejado al tener que concentrar su esfuerzo contra las fuerzas israel es. M s dif cil a n es creer que Netanyahu y los suyos vayan a poner fin a la ocupaci n, paso fundamental para hacer cre ble la f rmula de los dos Estados en la Palestina hist rica. Israel no cede nada sustancial En definitiva, Netanyahu ha logrado sumar puntos ante su poblaci n con la liberaci n de unas personas que nunca fueron su prioridad, sin tener que ceder nada sustancial a cambio. Eso le permite tener las manos libres para, en funci n de su nico criterio, determinar en qu momento declara que algo no es de su gusto y, en consecuencia, se sienta nuevamente legitimado para bombardear lo que quede de Gaza. Por eso lo que se vislumbra en el horizonte es una repetici n de lo que est ocurriendo en L bano, donde desde noviembre pasado hay te ricamente un acuerdo que obligaba a Israel a abandonar ese territorio y cesar las hostilidades, pero se suceden los ataques israel es en una abierta violaci n tanto de lo acordado como del derecho internacional. Son muchas las razones incluyendo la escandalosa ausencia de cualquier referencia a Cisjordania en lo que se pretende hacer pasar por la paz en Palestina que llevan a pensar que el fin de la guerra no est cerca. Quiz s por eso calificar de xito hist rico una mera tregua tras dos a os de genocidio solo se entiende desde la irrealidad en la que Trump y sus sumisos coristas se han instalado desde hace tiempo.


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