Thursday 30 October 2025
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abc - 6 hours ago

Lady Gaga repite hazaña en el Sant Jordi y lleva al delirio a sus fans con un apabullante show gótico futurista

Lady Gaga atraviesa un gran momento. Se le nota en la voz, en la cara, en el lenguaje corporal. Ahora mismo es la viva expresión del entusiasmo. Más gótica que nunca , más melodramática, más diva, pero increíblemente cercana, la cantante repitió hazaña en su segunda noche en el Palau Sant Jordi de Barcelona . Los 18.000 entregados fans que llenaron el palacio corearon su nombre a la saciedad, la hicieron llorar de emoción y al acabar la sensación era que habían compartido con su musa la fiesta de Halloween más increíble de sus vidas. Una pantalla en negro, con la imagen de Lady Gaga escribiendo en un pergamino con una pluma roja , tan roja como su vestido, introdujo un concierto tan gótico que parecía salido de la imaginación del mismísimo Edgar Allan Poe . El escenario, una simple fachada de una mansión extraña y decadente remitía directamente a ‘La casa de Usher’, aquella casa que albergaba a un hombre sinestésico que sentía demasiado, que no soportaba los ruidos demasiado altos, los colores demasiado fuertes, los olores demasiado intensos o caía en la locura. Pues lo hubiese pasado fatal en este concierto, puesto que estaba hecho precisamente confeccionado para sentir demasiado, con una abundancia de estímulos visuales, auditivos, atmosféricos y narrativos que dejaron alucinados a los asistentes. Está claro que los bailes de sus canciones en la serie ‘Miércoles’ le han abierto de par en par las puertas a un nuevo público y la apuesta por lo gótico cabaretero era absoluta desde el principio. Sin descanso, a una velocidad de vértigo, el concierto arrancó rojo sangre y más tecno que nunca con versiones apabullantes de ‘Bloody Mary’, ‘Abracadabra’, su último gran éxito de su disco Mayham y ‘Judas’. Aquello era un choque de trenes constante en un frenesí de rojos, negros y bailes de can can. El futuro siempre tiene un ojo en el pasado y el cybergothic de esta nueva Lady Gaga es espectacular. El concierto, dividido en cinco actos, se volvió de repente verde. ‘Barcelona, más te vale vale gritar’, exclamó la neoyorquina para empezar a invitar el público a bailar. Antes del concierto se repartía a todo el mundo unas pulseras electrónicas que hacían de los fans parte de la escenografía, convirtiendo sus muñecas en colores sincopados que jugaban con la puesta en escena entre lásers, explosiones, ráfagas de fuego y bailes imposibles. Pero no todo eran parafernalias escénicas, también había drama, y conflicto y narrativas de amor, odio, traición, venganza, la quintaesencia de una ópera posmoderna . «Ya estáis cantando toda la letra», gritaba Gaga en ‘Pocker face’, mientras se enfrentaba a una antagonista de blanco. Luego se volvía juguetona y disco para dejar el escenario a los 24 bailarines del montaje e iniciar así el segundo acto. Esta nueva parada en su gira del ‘The Mayhem Ball’ tenía más calor y locura que nunca, superando a su primer concierto en Barcelona, El segundo acto se abrió amarillo, con Lady Gaga rodeada de esqueletos. En ‘Perfect Celebrity’ se la veía estirada en un arenal, ahora rubia, demostrando su poderío vocal. Con ‘Desease’ empezó ‘La noche de los muertos vivientes’, con gritos y jadeos entre resucitados. El público a veces no sabía donde mirar, porque recibía estímulos por todas partes. La narrativa del concierto enfrentaba la dualidad que tenemos cada individuo y la imposibilidad de separar esa dinámica amor odio que nos define y como es vital reconciliarlos para no volverse loco. A veces Lady Gaga tomaba el papel de la blanca. Otras de la negra o roja. Todas acabarían por reunirse en una. En ‘Paparazzi’ aparecía vestida de novia con una impactante ortopedia que la movía a duras penas. El velo se alargaba 20 metros hasta prácticamente inmovilizarla, en un bello simbolismo. ‘Barcelona, ayúdame’, gritaba desesperada mientras el velo tiraba de ella hacia el fondo del escenario. Volvía entonces la Lady Gaga más electro con ‘Love game’ , con su simplicidad ochentera y hedonista a todo tren. Con los acordes latinos de ‘Alejandro’, recuperábamos el delirio pop de sus inicios, cuando todavía se la comparaba con Madonna, en una versión tan reducida que supo a poco. ‘No quiero levantarme nunca de este sueño’, decía el personaje de Lady Gaga en el show y era el sentimiento que sentían las miles de personas que llenaba el concierto. Y había tanta gente disfrazada entre el público que esta era, sin duda, la mejor fiesta de Halloween del mundo . Un cráneo gigante abría el tercer acto del show, con Lady Gaga vestida de madame victoriana del inframundo. Con ‘Killah’ entraba la percusión, los gritos y las guitarras furiosas de rock industrial. Una maravilla. Después de Zombie boy , un infantil y absurdo momento que no estuvo a la altura del resto del show, llegó ‘The Dead Dance’, su último éxito viral salido de ‘Miércoles’. La gente puede que no se supiese muy bien la coreografía, pero vaya si la intentaban. Vestida de una especie de Mary Poppins llena de polvo, Lady Gaga acabó la parte más irregular del espectáculo con una espectacular ‘Applause’ y la canción que la dio a conocer al mundo entero, ‘Just dance’, en el momento de más éxtasis colectivo del show, con lo mejor del EDM y el pop de masas. A estas alturas, uno no sabía si el hombre con antifaz y chaleco de cuero que bailaba al lado tuyo era un bailarín del show o un simple espectador muy motivado, porque en los descansos algunos bailarines se acercaban a la platea. Nos acercábamos al final del espectáculo y la expectación continuaba por todo lo alto. ‘Gracias, Barcelona, por estar a mi lado desde el principio de mi carrera. Gracias por creer en mí, yo creo en vosotros’ , dijo la cantante para arrancar el último acto. Lo hizo de nuevo morena con ‘Shadow of a man’. Después se puso funk con ‘Kill for love , pero no fue hasta ‘Born Thais way’ el primer single de su disco homónimo de 2010, que las pulsaciones volvieron a subir. ‘Queremos oír a la comunidad queer, este concierto es para vosotros’, gritó ante el delirio de un público que no dudó en cantar con ella toda la noche. Le tocaba el turno a las baladas y comenzaron con ‘Million reasons’ y una apasionada rendición de ‘Shallow’, el éxito de la película ‘Ha nacido una estrella’. Subida a una barca de Caronte, ofreció una versión oscura, con arreglos a lo Giorgio Moroder, del tema. Después llegaría su último gran ‘hit’ con Bruno Mars, ‘Die with a smile’, sentada al piano. El aplauso fue tan estruendoso que emocionó a la mismísima Lady Gaga. ‘Dios mío, sois tan maravillosos’, dijo antes de interpretar dos canciones que no tocó el primer día. ‘Marry the night’ fue la primera. ‘Empecé a componer desde niña, y llevo casi 20 años de forma profesional. Esta es para mis primeros fans’, dijo y llegó a llorar al final. Acabó la sección con ‘Hey girl’, de su disco Joanna , una canción muy eltonjohnesca que nunca antes había tocado en directo. El blanco y el rojo, las máscaras venecianas y la idea de un quirófano a lo Frankenstein dieron paso a ‘Bad Romance’. ‘Nosotros somos monstruos y los monstruos nunca mueren’, decía Lady Gaga antes de aparecer con prótesis en sus manos y cerrar por todo lo alto un espectáculo apabullante que juntó 30 éxitos, un universo gótico cabaretero y aires de libreto de ópera romántica para la mejor fiesta de Halloween que existe hoy día. ‘How bad do u want me’ y ‘Just another day’ culminaron con los bises una noche que pocos olvidarán.


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