Sunday 19 October 2025
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eldiario - 12 hours ago

Un derecho irrenunciable

Causa bochorno el uso público que ha hecho en este debate de sus dos abortos espontáneos, algo que les sucede a una gran mayoría de mujeres. Pero esos hechos, que por frecuentes no dejan de ser desgraciados y dolorosos como muchas sabemos, no tienen cabida en un debate político El derecho a la interrupci n voluntaria de su embarazo que tienen todas las mujeres est reconocido en el frontispicio de la Ley Org nica de Salud Sexual y Reproductiva de 2023, actualmente vigente en Espa a, fruto del consenso social asentado a lo largo de la democracia y resultado de una larga lucha de las feministas. La propia norma, que tiene el m ximo rango porque se deriva de nuestra Constituci n, se explica en su pre mbulo como la aplicaci n de convenciones internacionales suscritas por nuestro pa s. Adem s, recuerda que la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos relaciona la salud sexual y reproductiva de las mujeres con los derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida, a la salud, a la intimidad, a la educaci n y a la prohibici n de discriminaci n . Es potestad irrenunciable de las mujeres decidir sobre sus cuerpos y derechos reproductivos dentro de la ley. Un hito alcanzado para todas gracias a feministas que, como Carlota Bustelo -que acaba de dejar el planeta que habitamos-, han peleado durante el franquismo y desde los inicios de la democracia para que ahora la mitad de la poblaci n pueda elegir. Est claro que al reclamar la decisi n de abortar en el marco de la legislaci n vigente no estamos hablando de un mero servicio sanitario y mucho menos de un capricho o un exceso indeseable, como insin a la presidenta de Madrid, Isabel Ayuso. Cuando la lideresa madrile a les dice a las mujeres -nada menos que en sede parlamentaria-: V yanse a abortar a otra parte! , se est retratando con todos sus atributos dictatoriales, que dan la medida de su estatura pol tica y moral. No nos enga emos, con Ayuso no se dirime una cuesti n de principios porque ya la hemos visto cambiar de opini n sobre este asunto sin pudor alguno, a favor y en contra del derecho al aborto. No es eso. Esta ltima salida modelo trumpista est pensada para escandalizar y seguir en el foco medi tico sin importarle las mujeres a las que intimida desde su poderoso trono de la mayor a absoluta. No contenta con la zapatiesta montada por el arrebato de la semana pasada, ha continuado estos d as con la misma pol mica en peor tono, si cabe, en la respuesta al presidente del Gobierno, cuando este le reclama el cumplimiento de la ley con la presentaci n del listado de objetores de conciencia en la sanidad p blica de su competencia (cosa que hace sin problema para la eutanasia). Vemos aqu a una presidenta que se envuelve en la bandera de un falso feminismo para proclamar su condici n femenina, reivindicar la rebeli n ante las leyes y utilizar asuntos de su intimidad como recurso dial ctico en la bronca pol tica. Causa bochorno el uso p blico que ha hecho en este debate de sus dos abortos espont neos, algo que les sucede a una gran mayor a de mujeres. Pero esos hechos, que por frecuentes no dejan de ser desgraciados y dolorosos como muchas sabemos, no tienen cabida en un debate pol tico sobre la ley para la interrupci n VOLUNTARIA de un embarazo. Hablamos de otra cosa. Cuando Ayuso expulsa de sus dominios a las mujeres que opten por el aborto, se expresa como una reina de taifa que abomina de un derecho que reconoce la ley porque quiere hacer limpieza en su territorio. Nos demuestra, una vez m s, que los personajes ultras de la pol tica se consideran due os de sus administrados en lugar de sus servidores y se arrogan la legitimidad de elegir, en este caso, a qui n consideran merecedoras de ser madrile as. A las dem s, les niega los derechos de ciudadan a arroj ndolas m s all de sus fronteras como si extramuros de Madrid estuviera la escoria de los pueblos depravados. Como si no existiera una Espa a sino nicamente dentro de los l mites de la Comunidad Aut noma en la que ella quiere reinar a su antojo. La verdad es que la escandalera est siendo muy eficaz -aunque nos resulte abominable- para paliar los efectos de la bomba que supuso de cara a la opini n p blica la confesi n de Miguel A ngel Rodr guez en sede judicial, donde reconoci sus mentiras en el caso por el que el novio de la presidenta madrile a ha denunciado al Fiscal General por revelaci n de secretos. La difusi n del v deo de la declaraci n del jefe de gabinete de Ayuso se derivan muchas preguntas e incluso sospechas muy inconvenientes para la presidenta, pero la tinta del calamar de la h bil lideresa lo est ocultando casi todo y, al mismo tiempo, descubri ndonos que nuestros derechos est n en peligro. Se le ha visto el plumero. El Gobierno -ya advertido por un primer y torpe movimiento del alcalde madrile o- no ha dejado pasar la ocasi n para subirse a la ola del debate p blico sobre el aborto y colocar muy oportunamente su propuesta de blindaje de este derecho en la Constituci n. De nuevo, es una reclamaci n del movimiento feminista que se est intentando situar en la agenda pol tica desde que Francia tom esta decisi n en el a o 2024. El pa s vecino es el primero que lo ha hecho en todo el mundo, con un ampl simo acuerdo al que se sum hasta la ultraderecha de Marine Le Pen. Fue una acertada y gil reacci n de un Gabinete con mayor a de ministras ante el peligro evidente para las mujeres si gobiernan las derechas, que ya cabalgan a lomos de la ola conservadora en todo el mundo. La clave est en incluir en la Carta Magna y convertir en un derecho constitucional expl cito la opci n de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos. Es f cilmente deducible este extremo con la ley actual, si nos atenemos a los argumentos del Tribunal Constitucional que rechaz el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP. Pero tambi n se hace muy evidente que la ultraderecha no lo interpretar as . Y de ello nos alerta la rebeld a de Ayuso a cumplir la ley, como se demuestra que en Madrid es uno de los territorios donde menos abortos se practican en la sanidad p blica. En medio de estos dos lados de la trinchera, a favor y en contra del aborto, se encuentra prisionero N ez Feij o que quiere alejar de su presencia tan da ina tinta de calamar y trata de buscar un espacio de centro pol tico que ha abandonado o quiz s ya no exista. Con reiteradas y confusas declaraciones intent , sin xito, cerrar el debate que le resulta de todo punto inconveniente porque tambi n opaca el grave caso de corrupci n que acosa al PSOE, de tremenda actualidad por el procedimiento contra Koldo, A balos y Cerd n. Tanto el partido del Gobierno como el de la oposici n saben que existe un amplio consenso social que respalda este derecho. Ni el PP cambi la ley cuando gobern ni el PSOE podr modificar la Constituci n sin el voto de los populares. Electoralmente, el voto de las mujeres est en juego en debates como este en el que se pone en duda su condici n de persona, su integridad y seguridad al decidir sobre s mismas, sus cuerpos y proyectos de vida. Todas las encuestas reflejan un fuerte aumento del voto femenino a posiciones progresistas, sobre todo, de electoras a partir de los 60 a os. Tambi n se ha establecido una brecha de g nero importante entre los votantes m s j venes que representan el caladero de votos a Vox, entre los que los varones son ampl sima mayor a. Es la semilla que sembraron Carlota y otras feministas, que ha fructificado para que las mujeres pongamos pie en pared en defensa de los derechos adquiridos.


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