Sunday 19 October 2025
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eldiario - 12 hours ago

Diez lecciones de Henry David Thoreau para vivir mejor en el siglo XXI: Todo lo bueno es salvaje

El referenciado autor norteamericano, cuya obra más conocida es Walden o la vida en los bosques , reflexionó sobre la inmersión en la naturaleza, la amistad o la aceptación de la fragilidad humanaEl anterior Rincón de pensar - La perversión de los algoritmos y por qué Internet no deja nada al azar: “En ChatGPT hay vacíos de información adrede” Todav a hoy, la figura de Henry David Thoreau (Concord, 1817-1862) est rodeada de controversia. Pese a estar considerado uno de los autores fundacionales de la literatura naturalista, junto con Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman, su obra a menudo queda fuera del curr culo acad mico de los estudios filos ficos por su falta de rigor cient fico en el m todo. Adem s, se ha puesto en duda la veracidad de su experiencia narrada en Walden o la vida en los bosques (1854), donde reflexiona sobre la temporada que pas retirado en una caba a junto al lago Walden, aunque lo cierto es que, aunque no viviera all tanto tiempo ni estuviera tan aislado de la civilizaci n como el mito en torno a l ha dado a entender, eso no invalida en ning n caso el inter s de sus reflexiones. Tampoco su vigencia: pocos ensayos tienen una influencia tan larga en el tiempo, ni tan universal, como Walden, una obra que sent los pilares de la literatura estadounidense y que hace unos a os volvi a estar de actualidad porque su mensaje resuena con fuerza con el presente. El retorno contempor neo a lo esencial, en forma de reconexi n con el medio rural y una tendencia al decrecimiento, a la reducci n del consumo, responde tanto a una mayor conciencia de la emergencia clim tica como al malestar provocado por el capitalismo tard o en otras reas (inseguridad laboral, desigualdades, estr s, ansiedad, adicci n a las pantallas, presi n social y crisis de identidad, entre otras). Walden sigue siendo, en esencia, una invitaci n pac fica a la resistencia, una invitaci n a pensar por uno mismo y actuar en consecuencia, en la medida de las posibilidades de cada uno, aunque eso conlleve distanciarse, con las dificultades que esto implica, de las derivas dominantes. Cuando Thoreau se march a los bosques para construir una caba a con sus propias manos se estaba rebelando a los principios de una sociedad en proceso de industrializaci n, con la consiguiente alienaci n de los trabajadores y una progresiva desconexi n de la naturaleza. E l quiso volver a los ciclos naturales, recuperar el trabajo manual, pausado, reducir las necesidades y vivir en armon a con el ecosistema natural. No era el capricho de un hombre privilegiado, sino una elecci n consciente. Durante los dos a os que vivi junto al r o Walden, cultiv sus alimentos, fabric sus utensilios, camin por los bosques, afil su capacidad de observaci n y, por supuesto, escribi . Sus diarios dieron lugar a Walden, un libro denso, rico en ense anzas, a caballo entre las memorias y la b squeda existencial filos fica. Con motivo de la nueva edici n de la obra (Errata naturae, 2025, trad. Marcos Nava), con unas espectaculares ilustraciones de paisajes a color a cargo de Cl ment Thoby, repasamos algunas de las lecciones que a n hoy se pueden aplicar para disfrutar de una existencia m s plena y arm nica. 1. Inmersi n en la naturaleza. Es quiz el punto m s importante, o al menos el que m s salta a la vista: entrar en contacto directo con el entorno natural, siempre con la actitud del siervo, desde un respeto profundo. Todo lo bueno es libre y salvaje , como reza uno de sus aforismos m s conocidos. Thoreau se funde con la naturaleza, se siente una parte min scula del ecosistema de seres y esto, lejos de deprimirlo, lo reanima, le da un nuevo sentido a la existencia ef mera humana. Sea en el monte, en el lago u observando a los animales, surge en l un nuevo estado de conciencia que le regala lo que podr an considerarse peque as epifan as (el periodo de florecimiento, la ca da de la primera nieve, las visitas inesperadas de un p jaro), que lo sumen en una contemplaci n que lo arraiga m s a este planeta. 2. Frugalidad y decrecimiento. M s all de los h bitos alimenticios, esto se puede interpretar como aprender a desprenderse de lo accesorio, de cualquier necesidad creada de manera artificial que, lejos de enriquecer nuestra rutina, solo le a ade cargas. Tambi n recuerda la necesidad de reducir el consumo para preservar el planeta, ganar calidad de vida y disfrutar m s de cada experiencia. No se trata de privaci n, sino de consumir de forma consciente, meditar cada decisi n de compra, desde los alimentos que nos llevamos a la boca a las adquisiciones costosas, para no acumular en vano ni vernos m s tarde en apuros. Deshacerse de lo superfluo, en definitiva. 3. Autosuficiencia. La m xima de Virginia Woolf sobre las mujeres y la habitaci n propia se puede aplicar a cualquier mbito: para ser libre e independiente de verdad, se necesita autonom a econ mica. Crecer, convertirse en un adulto funcional, significa responsabilizarse de uno mismo, asumir los costes que conllevan la vivienda, la comida y dem s gastos de subsistencia. Thoreau lo lleva al extremo de construir su propia casa y cultivar su propia comida, adem s de no depender de ning n patr n. Sin llegar a esos extremos, hoy esa propuesta puede aplicarse a depender menos de lo que se adquiere con dinero. En otras palabras: la sociedad nos convierte en consumidores, de modo que la mayor resistencia, en el siglo XXI, es reducir el consumo, aprovechar m s lo que ya se posee y potenciar destrezas que nos hagan menos dependientes: apostar por la cocina casera, reparar en lugar de tirar, reciclar, prestar y tomar prestado, comprar y vender de segunda mano, tejer y hacer manualidades con materiales desechados, por poner solo unos ejemplos. 4. Trabajo manual. Thoreau cultivaba su propio huerto: nada como tocar la tierra con las manos, plantar las semillas, regarlas y cuidar las plantas hasta que den fruto para tomar conciencia de los ciclos de la naturaleza y aprender a valorar lo que tenemos. En la actualidad hay una desconexi n entre los alimentos que compramos en el mercado y su procedencia: fijarse en el origen, escoger productos de proximidad y de temporada lo menos procesados posible y dedicar tiempo a cocinar en casa es una inversi n en salud, para nosotros y para el planeta. Lo mismo sucede al reparar o reutilizar objetos: zurcir un descosido o fabricar algo con material desechado reduce la acumulaci n de residuos y da, adem s, la satisfacci n de haberlo hecho con nuestras propias manos. 5. Cultivo interior. El cuidado del huerto (lo externo, destinado al cuerpo) va en paralelo al cultivo del interior, es decir, la mente, el enriquecimiento personal. En la observaci n ya obtiene una parte significativa de ello, pero para Thoreau resulta indispensable, adem s, la lectura: leer, escribir, formarse de manera autodidacta son inherentes a su naturaleza, necesita tanto ese est mulo intelectual que proporcionan los libros como el posterior detenimiento para pensar, para ahondar en lo le do, que, condensado con sus vivencias, da lugar a las p ginas llenas de reflexiones de Walden. Como reza el proverbio, Con cete a ti mismo . 6. Convivencia entre el logos y el mythos. En Occidente, la ense anza tradicional de la historia de la filosof a se vertebra, en sus primeras etapas, en un momento clave: lo que se denomina el paso del mythos al logos, esto es, del mito al pensamiento racional, que se impuso de la mano de los pensadores de la Antigua Grecia. La humanidad, al menos en estas latitudes, pas de basar su sistema de creencias en unas mitolog as que arraigaban en la tierra, en el legado ancestral, a alejarse de manera progresiva de la materia para penetrar en la mente, lo intangible, del mundo de las ideas de Plat n al principio de causalidad de Descartes. Thoreau se opone a esa divisi n, rechaza que el imperio de la raz n sea un progreso en s mismo, y en su filosof a no duda en integrar creencias de diferentes culturas, como las orientales, que enriquecen su perspectiva. 7. Mayor consumo de vegetales. No se puede decir que el autor sea un militante del veganismo, pero a lo largo de su estancia en Walden, Thoreau incrementa la ingesta de alimentos de origen vegetal, en gran medida por su conexi n con la naturaleza y como resultado del cultivo del huerto. Hoy la ciencia advierte de los peligros de un consumo elevado de carne roja, y hay evidencias de que una alimentaci n basada en cuantos m s vegetales mejor resulta mucho m s saludable, am n de reducir la emisi n de gases en el proceso de producci n. Para hacerlo bien del todo, lo ideal ser a elegir productos de temporada procedentes de la agricultura extensiva. 8. Amistad. Thoreau nunca pretendi convertirse en ermita o ad infinitum, por mucho que el mito en torno a l haya contribuido a propagar esa imagen. En realidad, no estuvo del todo aislado mientras vivi en la caba a: en ocasiones se desplazaba para comer con sus allegados, pero sobre todo invitaba a amigos a su modesta morada. Era un anfitri n atento y le gustaba conversar con los visitantes, hacerlos part cipes de su estilo de vida. Esto, en el presente, nos recuerda la importancia de la comunidad, de establecer lazos y recuperar el contacto cara a cara, dedicar tiempo al otro, a escucharlo. Solo as , cuando el reloj capitalista se pone en pausa y nos miramos a los ojos, podemos reforzar los v nculos que nos humanizan y nos mantienen unidos. 9. Aceptaci n de la fragilidad humana. En consonancia con lo anterior, su estilo de vida recogido lo lleva a una aceptaci n arm nica de la fragilidad de nuestros cuerpos, de la fugacidad de lo vivo. Uno de los episodios m s dolorosos de su vida fue la muerte de su hermano: en el ensayo Te vi marchar (2023), su bi grafo, Robert D. Richardson, analiza c mo canaliz el duelo hasta hacer de esa p rdida desgarradora una apertura a un nuevo umbral de conciencia, que sintoniza con el resto de criaturas y le hace sentirse part cipe de algo mucho m s grande e infinito. En la sociedad contempor nea, que evita mirar a la muerte a los ojos, adoptar una filosof a como esta puede ayudar, no solo a asimilar mejor las despedidas, sino a terminar nuestros d as m s tranquilos. .capitular { color:#B5B5B5; font-size: line-height: padding-top: text-align: font-family: Sanomat-RegularItalic, G margin-right: background-color: width= align= float: text-shadow: 2px 2px } 10. La valent a de seguir el camino propio. Thoreau, m s que un ideario, promueve una manera de hacer que revela la importancia del pensamiento independiente: estar m s atento, no dejarse llevar por la corriente, meditar cada decisi n para asegurarse de que est alineada con nuestros principios y no es producto de lo que el sistema trata de inocularnos. Luego, hay que poner esas ideas en pr ctica, vivir de modo coherente con lo que pensamos, cueste lo que cueste (a l lo llev hasta la c rcel, aunque fuera por poco tiempo, motivado por una protesta contra la esclavitud y la guerra de Estados Unidos en M xico. De esa experiencia escribi el magn fico ensayo Desobediencia civil). Solo as se puede ser libre de verdad, aunque no se viva en el monte. Esa es, en suma, su ense anza m s valiosa: atr vete a ser t mismo.


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