Sunday 19 October 2025
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eldiario - 2 days ago

Rodríguez Menéndez, un personaje excesivo

El abogado, prepotente y sobreactuado cuando se ponía la toga, hizo de su profesión un escaparate que le convirtió en una socialité del mundo del hampaMuere el polémico abogado Rodríguez Menéndez, defensor del Dioni Si hay un adjetivo que define con precisi n al abogado Jos Emilio Rodr guez Men ndez es el de excesivo. El letrado, fallecido el pasado jueves, d a de su 75 cumplea os, fue toda su vida un personaje desmesurado que borde siempre la legalidad y la sobrepas en no pocas ocasiones. Prepotente y sobreactuado cuando se pon a la toga, hizo de su profesi n un escaparate que le convirti en una socialit del mundo del hampa. Lo conoc en la d cada de los 80 del siglo pasado, cuando yo iniciaba mi carrera profesional en el diario Ya como periodista de Sucesos y l era el asesor legal del entonces mayoritario Sindicato Profesional de Polic a (SPP). Su entonces secretario general, Manuel Nov s, fue detenido por varios compa eros de su ejecutiva acusado de apropiarse de 14 millones de las antiguas pesetas procedentes de la publicidad de la revista del sindicato, Polic a del Estado, en una pol mica operaci n a la que el letrado no fue ajeno. Aquella fue su d cada prodigiosa, la que le llev a las primeras p ginas de los diarios como letrado en los casos criminales m s medi ticos, siempre del lado de los acusados, por lo general casos perdidos. De aquella poca es su defensa de Nieves Soldevilla, la Dulce Neus, condenada a 28 a os de prisi n por instigar a sus hijos a matar a su padre, un hombre tir nico que ten a sometida a la familia. Rodr guez Men ndez, que la defendi sin xito en los tribunales, organiz tambi n su fuga en 1986 aprovechando que su clienta disfrutaba del tercer grado penitenciario, en un ejercicio publicitario que lleg al extremo de que la revista Intervi la fotografiara desnuda previo pago en su escondite de un pa s sudamericano. Tambi n huy , en su caso a Brasil, otro de sus clientes, Dionisio Rodr guez, el Dioni, un vigilante de seguridad que en 1989 desvalij el furg n blindado en el que transportaba 298 millones de pesetas. Tras ser extraditado a Espa a y cumplir condena termin convertido en tertuliano televisivo y actor porno. Pasar en aquella poca por el despacho que ten a en la calle Orense de Madrid era introducirse en un mundo surrealista. All conviv an en perfecta armon a delincuentes de medio pelo, polic as suspendidos de empleo y sueldo a los que daba trabajo, y letrados que iniciaban su carrera profesional y ten an prisa por alcanzar el protagonismo p blico de su mentor. Nuestro hombre descendi tambi n a las cloacas del Estado como abogado de Juan Jos Rodr guez D az, el Franc s, un delincuente com n acusado de vender las armas con las que un comando de los GAL asesin en 1984 al dirigente de Herri Batasuna (HB) Santiago Brouard en su consulta de pediatr a en Bilbao. Pero el caso m s medi tico y pol mico de su carrera fue la defensa de varios agentes de la denominada mafia policial, integrada por agentes del grupo Antiatracos de la Brigada Regional de Polic a Judicial de Madrid responsables, entre otros delitos, de la desaparici n en 1983 de un delincuente com n, Santiago Corella, el Nani. Produce pasmo repasar la encendida defensa que hizo de los polic as en la vista oral celebrada en la Audiencia Provincial de Madrid y, a os despu s, verle contar ante las c maras de RTVE, en el documental Pacto de Silencio, c mo la noche de la desaparici n los agentes le llamaron para que se personara con urgencia en las dependencias de la brigada en la puerta del Sol. All le mostraron el cad ver de el Nani y le consultaron qu cre a l que deb an hacer. El letrado cuenta que les recomend dar cuenta al juez de guardia. Los agentes declinaron su propuesta y decidieron deshacerse del cad ver simulando una fuga. E l, dice, se desentendi del tema y se volvi a casa. El paradero del primer desaparecido de nuestra democracia sigue siendo hoy, 42 a os despu s, un misterio. Jos Emilio Rodr guez Men ndez fue tambi n un personaje de vodevil, aunque su vida no haya sido una comedia fr vola. Casado en cuatro ocasiones, en junio de 1999 sobrevivi a los disparos de un sicario contratado por la que entonces era su esposa. A os despu s dio con sus huesos en prisi n tras ser condenado a un pu ado de a os por delitos contra la Hacienda P blica, contra la intimidad y estafa. Como a os antes hab a recomendado a sus clientes, en 2008 aprovech un permiso penitenciario para huir a Argentina, de donde no regres hasta que sus penas hubieron prescrito. Su forma de entender la abogac a, rayana con el delito, representa una poca en la que un pu ado de letrados competieron por hacerse un hueco en las portadas de los medios de comunicaci n a cambio del secreto de los sumarios en los que estaban personados, m s preocupados por ellos mismos que por los clientes a los que dec an defender.


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