Wednesday 15 October 2025
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eldiario - 24 hours ago

Una derrota terrible. Sin paliativos. Y tengo el pelo blanco

A rastras anda el pobre Feijóo, ánimo Alberto, que entre el pecho paloma de Abascal y la reina del vermú le llevan del arnés de una esquina a otra del cuadrilátero, púgil sonado al borde de la apoplejía. ¿Propone ahora hacer un registro de abortadores voluntarios? Payasada Qu tremenda derrota! Qu dolor contemplar el triunfo de los asesinos! Se saltan las l grimas al observar a un pueblo ignominiosamente masacrado, a esos hombres, mujeres y ni os asustados, aterrorizados, arrancados de su cuerpo y de su mente cualquier atisbo de dignidad, que s lo conservan fuerzas para esconderse del s dico que no deja de pegarles, balacearles, bombardearles o negarles hasta el pan y el agua, ah te pudras, palestino piojoso. Vuelta desesperada a la casa destruida, al infierno de escombros. Claro que ha pasado a lo largo de la historia que los vencedores han sido unos canallas, pero ay, no aspiraban en su indignidad a que sus contempor neos, y hasta la Historia, con may sculas, les consideraran unos ngeles de la armon a, unos logreros de la felicidad cuando no se hab a inventado el en tantas ocasiones delirante Nobel de la Paz, ya me dir n Kissinger, ya me dir n Mar a Corina Machado. Cu nta obscenidad, cu nta miseria en el espect culo que contemplamos ayer, el monstruo Trump agasajado, besado, idolatrado, por una recua de salvajes con corbata, fan ticos y violentos y una ciudadan a carcomida por el odio. Respiramos porque las bestias han frenado su acoso criminal? Respiramos, s , pero abochornados, tristes y abatidos porque hemos consentido a Trump y Netanyahu, Netanyahu y Trump, llegar hasta esta aberraci n de tener, adem s, que agradecerles, postrados de rodillas, oh, seres generosos, que dejaran de asesinar. M s de setenta mil muertos, 20.000 de ellos ni os. Algo nos consuela, claro que s , que esos rehenes salvajemente secuestrados por Ham s hayan podido regresar a sus casas y los cientos de miles de palestinos se puedan echar un cazo de sopa al coleto. De vegades la pau no es m s que por, de vegades la pau fa gust de mort, nos cant Raimon. Y, por cierto, como tengo el pelo blanco, puedo recomendarles que por ahora hablen de tregua, que la paz son palabras mayores. Toda la vida hemos considerado un agresor despiadado al cazador Man, y una v ctima a la mam de Bambi. Dijo Borges: Hay derrotas que tienen m s dignidad que la victoria . La del pueblo palestino, por ejemplo. Y la de todos quienes apoyaron esa causa justa, tanto por tierra como por agua. Vencidos, pero dignos. Desde aqu , el reconocimiento a todos los que salieron a la calle o se embarcaron en una flotilla para poner de manifiesto la vesania de un ej rcito atroz mandado por un loco sanguinario y apoyado, hasta el ltimo suspiro, por un presidente norteamericano zafio y brutal. Como debemos estar, hombro con hombro, con esas mujeres andaluzas que un sistema inhumano y unos pol ticos desalmados han dejado absolutamente desamparadas frente a ese terrible enemigo que se llama c ncer. El esc ndalo es may sculo y. como siempre ocurre en las comunidades regidas por el PP, la actuaci n del presidente ha pasado de negar la evidencia a quitarse el problema de encima y cargar las culpas en alg n subordinado, en este caso la consejera de Sanidad, Roc o Hern ndez, que por otra parte bien ganado se tiene el cese, incompetencia junto a una falta de empat a verdaderamente indignante. Moreno Bonilla no nos ha ahorrado, como es obligado en su especie, la sarta de mentiras habituales y el intento, procaz, insultante, de tergiversar la realidad para que la responsabilidad recayera en los socialistas. Mentiroso Bonilla, como sus otros compa eros de filas. Maz n, en primer lugar, qu verg enza diaria, qu aguante el de los valencianos, mientras este tipo desahogado, que a n tiene la desverg enza de culpar a los organismos del Estado de su absoluta incompetencia y ausencia de responsabilidad pol tica en esas bochornosas entrevistas basura que ha soltado en medios basura, l ase el OKdiario de Eduardo Inda. Y, por supuesto, no nos olvidemos, Ma ueco y los incendios, todo un desprop sito y una enciclopedia de aquello que nunca debe hacer un gobierno: imprevisi n, primero, ineficacia, despu s, las pulgas fuera, m s tarde. Hay que ver el tema del cribado de las mamograf as. Qued monos con el fondo del asunto, que es f cil perderse en la hojarasca y conviene, hagan caso a este Ojo de pelo blanco, fijarnos en que estos desastres nos llegan porque los gobernantes del PP, ci monos hoy a la tr ada Moreno/Ayuso/Ma ueco, pero f cilmente extensible al murciano L pez Miras o la extreme a Guardiola, agarrotados en las fauces de Vox, han decidido cargarse todo lo p blico para llenar los bolsillos de sus conmilitones, los grandes prebostes de los negocios privados, ya sea en sanidad, como ahora nos ocupa en Andaluc a o Madrid, ya sea en educaci n, esas ignotas universidades privadas, ayunas de cualquier prestigio, en detrimento de las universidades p blicas, ahogo desde el poder en los presupuestos, por no hablar de los colegios concertados y las sotanas soltando euros por los descosidos. Nos queda, y ahora vamos a ello, todo lo que rodea a la pol mata Isabel D az Ayuso. Pol mata, s . No s si se han dado cuenta de que el Ojo tiene el pelo blanco. O muy entreverado, que todav a hay alg n atisbo gris en la nube. En base a lo cual, o sea, porque s , porque lo valgo, el Ojo ha decidido que a partir de hoy va a llamar pol mata a Isabel D az Ayuso, sin que ello signifique que abandone su ya cl sico reina del verm . Una somera explicaci n. Pol mata, RAE: Del lat. mod. polymathes que sabe mucho , y este del gr. pi; o u mu; polymath s. m. y f. Persona con grandes conocimientos en diversas materias cient ficas o human sticas . Saben ustedes de alguien mejor que Isabel D az Ayuso que re na en su gr cil figura y mente poderosa mejores cualificaciones para merecer el sobrenombre? Ya saben que pol matas reconocidos fueron Arist teles, Leonardo da Vinci o Isaac Newton. Acaso D az Ayuso, ese verbo fluido, esa mente prodigiosa, tiene algo que envidiar a los susodichos? Mucho que decir del asombroso mundo isabelino, mentira tras mentira, navajazo tras navajazo. Esas cosas, por ejemplo, que afectan a su pareja, cohabitante del ya famoso d plex. Qu parte no entendi el juez Hurtado de las palabras rotundamente, no que pronunci en su presencia el fiscal general del Estado, A lvaro Garc a-Ortiz? Qu apartado de toda la fullera declaraci n del comisionista Alberto Gonz lez Amador no entendi el se or togado de aquello que hemos o do todos de claro que comet el fraude, vino a decir el interesado, pero le encargu a Miguel A ngel Rodr guez que lo embrollara todo para tapar el asunto y que la mugre no tocara a la amada Isabel, quiz Elo sa, quiz In s, quiz Julieta? C mo, se preguntar n ustedes en su inocencia, un servidor p blico, el jefe de gabinete de una presidenta auton mica, ejerce su labor a las rdenes del novio de su jefa, correveidile ilustre con sueldo que pagamos todos? Y h ganos el favor de decirnos, supremo juez, por qu si todo el mundo entendi , porque l mismo lo reconoce, usted ni se inmut ante el grav simo hecho de que el gran asesor de Isabel, Elo sa, In s o Julieta se hab a inventado un bulo tan grande como la catedral de la Almudena, ese adefesio tan querido por todos ellos. Puso el se or juez cara de palo ante la aberraci n, confesada, de que el individuo que dio inicio a esta vaina gigantesca minti como un vulgar fulero y nada hizo para frenar el desaguisado. Porque justo en ese momento debi hacer aquello que cantaba Carlos Puebla: Y lleg el comandante y mand a parar . Pues no. El magistrado tom otro camino ante el elefante que se hab a aparecido en la sala: cal el chapeo, requiri la espada (contra el fiscal, a ade el Ojo), mir al soslayo, fuese, y no hubo nada. Ah, la lideresa! Si usted quiere abortar, tiene el cuajo de soltar a las madrile as la se orita del pan pringao, v yase usted a otro sitio, que aqu , en mi Madrid no se aborta, porque se me pone en esta mirada perdida que me caracteriza. O sea, que no se me da la real gana. Recuerdan Londres, cuando gobernaba nuestro admirado Francisco Franco y nos mandaban los curas? Pues eso. A rastras anda el pobre Feij o, nimo Alberto, que entre el pecho paloma de Abascal y la reina del verm le llevan del arn s de una esquina a otra del cuadril tero, p gil sonado al borde de la apoplej a. Propone ahora hacer un registro de abortadores voluntarios? Payasada. Cumplan ustedes la ley, que tanto presumen de institucionales. Apenas si interesa la politiquer a que puede guiar los pasos de la presidenta madrile a. Me preocupa m s, mucho m s, lo que significa de imposici n desde su posici n de fuerza, justo lo contrario de cualquier mente liberal. Es la regresi n a unas normas anteriores a la democracia y, si me apuran, a la Constituci n. Es trumpismo en vena, vuelo reaccionario hacia los tiempos de la dictadura. Adenda. Tiene cada uno en su memoria particular el recuerdo de alguna derrota. Ha habido muchas y potentes im genes en los ltimos tiempos sin necesidad de irnos a siglos pret ritos, desde Samotracia a Breda. El puerto de Saig n, el aeropuerto de Kabul, los brazos cortados de los tutsis a manos de los hutus, las manos machacadas de V ctor Jara, las mujeres embarazadas arrojadas desde helic pteros por militares argentinos, los xodos de los rohinyas, etc tera, etc tera. Tambi n el Ojo, que tiene el pelo blanco, como dijo aquel, guarda en su peque o almario im genes a sangre y fuego de injustas y desgraciadas derrotas. Ve, por ejemplo, a m s de medio mill n de personas, braceros del campo, carpinteros, maestros y catedr ticos cargados de bolsas y hatillos, con sus hijos peque os o sus abuelos, doloridos de cuerpo y de alma, arrastr ndose all en el a o 1939 por las carreteras que atravesaban los Pirineos, huyendo de la barbarie franquista. Aplica el Ojo el zoom a aquel tiempo y ve a Antonio Machado, exhausto en una modest sima casa en Colliure, Francia, acompa ado s lo de su anciana madre, pobres como ratas, intentando vender su reloj, el nico bien material que pose a para que ambos pudieran, simplemente, comprar comida y medicinas. Rendido y amargado por la derrota, Machado mor a el 22 de febrero de 1939. Ten a 64 a os. Tres d as despu s fallec a su madre, Ana Ruiz Hern ndez, a los 84 a os. Ese mismo mes, el vencedor, Francisco Franco, arribaespa a, aprobaba la Ley de Responsabilidades Pol ticas que intentaba tapar con un velo legal la salvaje represi n contra los derrotados que ya se hab a desatado en todas las tierras de Espa a. Jam s lo consigui . Antes de irnos, y como el Ojo tiene el pelo blanco, Isabel D az Ayuso, pol mata eres t .


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