abc - 8 hours ago

Japón es un país donde la tradición y la modernidad conviven en perfecta armonía. Entre templos centenarios, rascacielos futuristas y calles que parecen salidas de una película, todo en la vida cotidiana japonesa refleja una obsesión por el detalle, la limpieza y la eficiencia. Desde el modo en que se sirve un té hasta cómo se corta el pelo, cada gesto está guiado por una cultura del respeto y la perfección. En ese contexto, incluso algo tan rutinario como ir a la peluquería puede convertirse en una experiencia sorprendente para un extranjero. Y así lo descubrió un español que, durante su estancia en el país del Sol Naciente, decidió enfrentarse al reto de explicarle a un peluquero japonés su corte de pelo ideal… sin hablar japonés. La última vez que se cortó el pelo en España, este joven español tenía las cosas claras: «Le pedí a mi peluquero un mohicano con un pequeño degradado, que la parte de arriba la dejara un poco larga para poder darle forma, y que hiciera un degradado en la barba… Todo esto sin parecer un cani de los años 2000», cuenta en su vídeo de TikTok. Pero el verdadero reto llegó cuando intentó explicar ese mismo corte en Japón. ¿Cómo transmitir todo eso sin hablar japonés? Su solución fue curiosa y muy contemporánea: usó ChatGPT para preparar una conversación traducida. «Con ChatGPT me preparé una frase que decía: Corte los lados bastante cortos, pero mantenga la forma actual. Arregle un poco la parte de arriba sin recortarla demasiado, y también recorte la parte de atrás manteniendo la forma. Limpie la zona del cuello . Con esto, una captura de pantalla y la peluquería… a ver qué pasa», describe. Sin embargo, su primera tentativa no fue muy exitosa. «La primera vez que fui, me dijeron literalmente: no . Estaban cerrando y no podían atenderme». Al día siguiente volvió, decidido a conseguir su corte. Al llegar, le mostraron un cartel con los pasos del servicio: p rimero pagar, luego esperar el turno. Tuvo suerte: no había nadie, así que lo atendieron enseguida. «El corte en sí fue bastante normal, nada raro. Pero lo que más me sorprendió fue al terminar: el peluquero sacó un aspirador. Sí, sí, un aspirador literal. Me lo pasó por toda la cabeza y la ropa para quitar los pelos del corte.» Durante todo el proceso, el estilista japonés fue meticuloso, preguntando varias veces si el cliente estaba cómodo o si el largo era correcto. «Me iba preguntando si estaba bien a cada poco tiempo. A lo que yo simplemente afirmaba que sí». Después de unos 15 minutos, el resultado fue un corte limpio, preciso y casi idéntico al que solía hacerse en España. Su experiencia deja ver una marca cultural clara: el detalle del servicio japonés, incluso en algo tan cotidiano como un corte de pelo. En Japón, la eficiencia se combina con la amabilidad extrema, y hasta el más pequeño gesto —como aspirarte los restos de cabello antes de levantarte de la silla— forma parte del proceso. El propio viajero, tras enseñar su nuevo corte, pregunta a los internautas que dejen un comentario sobre el resultado.

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