Wednesday 29 March 2023
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abc - 10 days ago

Trias: demasiado pronto, demasiado tarde

Me doy cuenta de que me equivoqué en la idea de que Xavier Trias iba a ser el próximo alcalde de Barcelona. Su candidatura ha perdido mordiente en las últimas semanas, otra campaña pésima del candidato Trias, se habla mucho menos de él, y pasada la euforia de que se presentara, y ese aire tan agradable que nos devolvió de los viejos buenos tiempos, ha quedado un poso de recelo y amargura. El resumen es que los independentistas recelan de él porque no lo es; y que las personas de poder y orden desconfían de su partido, Junts, y de que el propio Trias, por frivolidad o por desidia , o porque ya es un señor mayor sin fuerza para controlar el día a día, acabe poniendo una institución tan importante como el Ayuntamiento de Barcelona en manos de los seguidores de Puigdemont. El candidato de las élites es Jaume Collboni. Se asume como un mal menor su falta de empatía, su poca gracia en el trato que algunos dicen que es sólo inicial timidez y luego y se le presume una cabeza amueblada, prudencia, y unas ideas parecidas a las de los anteriores alcaldes socialistas que tuvo mi ciudad y que tan bien nos fueron. Primero, el independentismo perdió, o mejor dicho, no se presentó al partido que ellos mismos habían organizado. Luego fue derrotado por el Estado, con todos sus aparatos. Y como parte de esta derrota, el Gobierno en su magnanimidad indultó a los líderes condenados y les adecuó el Código Penal para que no tengan que penar más de lo que ya han penado. Algunos confundieron este indulto como un empate, como un reconocimiento o como una remontada: no sólo algunos independentistas, sino muchos de los detractores de este movimiento, que pusieron el grito en el Cielo contra Sánchez y sus concesiones. Pasados los meses, y viendo como transcurre la vida normal catalana, los indultos y la incorporación de Esquerra a la gobernabilidad de España han sido tal vez la derrota más severa y desmoralizante –mucho más que las cárceles– que han sufrido los que hace cinco o seis años creían que tenían su propósito rupturista por fin al alcance de la mano. Pero una cosa es que las élites barcelonesas, y catalanas, estuvieran a favor de los indultos para bajar la inflamación, apagar los contendores que ardieron y volver a la y otra muy distinta, que hayan olvidado o perdonado lo que sucedió entre 2016 y 2019. Hay una herida profunda y un recuerdo muy vivo y marcado de aquellos días; y por mucho que Xavier Trias sea un amable vecino del Turó Park , sus veleidades con Mas, Puigdemont y la propia idea del independentismo, y por supuesto que su partido sea Junts, le alejan irreversiblemente de ser el candidato de la escarmentada alta sociedad barcelonesa. Él creyó que con su nombre y su simpatía bastaría. Yo también lo creí, y hasta escribí que lo votaría, para desespero de algunos lectores de ABC. Han pasado algunas semanas, y aunque todavía quedan muchas más para las elecciones de mayo, dudo mucho que pueda revertir la sensación de que no es un político confiable ni mucho menos el partido con el que ha decidido presentarse. Collboni no despierta el entusiasmo de Pasqual Maragall ni la confianza de Salvador Illa. No sé si es poco simpático o tímido, como algunos dicen en su defensa. A mí me parece un poco frívolo , bastante hortera, poco sólido para algo tan importante y difícil de recuperar como Barcelona, pero también es verdad que lo conozco poco y que tal vez en una conversación más larga podría convencerme o por lo menos sorprenderme. La sangre fría con que ha sido el mayordomo de Colau durante los años más mediocres de mi ciudad, y el cinismo con que luego ha dimitido de sus cargos municipales como si no fuera responsable del desastre, no ayudan a su credibilidad, pero no se puede negar que de los candidatos con opciones a ser alcalde es el que menos peligros presenta. Es triste que tengamos que elegir al alcalde de Barcelona por descarte. Es una verdadera lástima lo de Trias. Fue un buen alcalde y estoy seguro de que volvería a serlo. Pero es demasiado pronto para él, y demasiado tarde. Demasiado pronto porque aunque no estuvo en primera línea fue un claro cómplice de los que en 2017 intentaron dar un golpe de Estado en Cataluña. Que eran unos idiotas y que no tenían ninguna posibilidad de conseguirlo, esto nadie lo duda. Pero más de cerca o más lejos, Trias apoyó a los que quisieron intimidar a más de la mitad de los catalanes que no pensaban cómo ellos, y sabiendo que era una infamia, y que era mentira, les dio su apoyo y nunca ha roto de una manera clara con ellos. Por culpa de Trias y de su apoyo a Mas en la candidatura unitaria que quiso tejer con Junqueras para las elecciones autonómicas de 2015, prefirió abandonar a Barcelona, y a los barceloneses, al nefasto gobierno de Ada Colau que aceptar el apoyo de los partidos constitucionalistas para evitar el desastre. Esto tampoco es fácil perdonarlo. En 2019 todavía fue más amargo. Ernest Maragall ganó las elecciones y muchos –entre ellos, yo– le pedimos a Manuel Valls que hiciera alcaldesa de nuevo a la señora Colau para evitar que Barcelona cayera en manos de unos independentistas que cortaban calles, incendiaban contenedores y atacaban con piedras a la Policía. Fue ponernos en una situación muy hiriente, que como ciudadanos libres que somos, con todos nuestros deberes, asumimos y resolvimos. Sobre todo en los artículos de análisis político trato de evitar la brocha gorda, y es verdad que Aragonès no es lo mismo que Torra y que Trias no es lo mismo que Puigdemont. Pero todo es demasiado reciente, y todos están demasiado cerca, como para volver a confiar en ellos a ciegas. Yo tengo un gran afecto por Xavier Trias pero cuando escucho los argumentos de los que no se fían de él, sólo puedo estar de acuerdo. Junts ha quemado toda su tierra y ni un candidato tan templado como Trias puede volverla fértil. Esquerra está intentando jugar una partida más interesante , pero en Barcelona tiene de candidato a un señor que lleva sus 80 años mucho peor que Trias, y su campaña se ha hundido antes de empezar. Tener en la Generalitat el presidente de Aragonès es muy de agradecer, sobre todo si lo comparamos con sus antecesores en el cargo, Torra y Puigdemont. Pero tiene la altura política de un taburete roto y una capacidad inversamente proporcional a dicha altura para meterse en situaciones humillantes, como este último viaje que ha realizado por América Latina y en el que sólo ha conseguido coleccionar desprecios. Alguien nos preguntó a Juan Carlos Girauta y a mí, hace unos años, en el hotel W de Barcelona: «¿Y qué partido es la derecha en Barcelona?» Y sin mirarnos ni haberlo hablado antes dijimos a la vez: «El PSC». Collboni representa al votante de centro izquierda clásico del PSC pero también a las élites tranquilas, que no quieren líos, y están dispuestas a perdonar muchas excentricidades a cambio de votar a candidatos tranquilos. Collboni es hortera, afectado, tiene mal gusto para las cosas. Pero es tranquilo, no se le ve con ganas de hacer disparates, y entiende que a Barcelona le falta proyecto, le faltan grúas, crecimiento, ambición por liderar el mundo y hoteles nuevos. Noticia Relacionada todo irá bien opinion Si Otra provincia Salvador Sostres Cuando el talento no es lo que importa, importan cosas mucho peores Tendría que esforzarse en dejarse conocer por este círculo de votantes que el PSC había tenido alguna vez, pero que había perdido, y en no tener aversión a determinados barrios por prejuicios de clase baja –una clase baja a la que, por cierto, tampoco él pertenece–. Y no hacer TikToks como el que hizo sobre lo que era verdad o mentira y que supongo que ya se habrá dado cuenta –o alguien se lo habrá dicho– que no pudo ser más ridículo. Si finalmente Collboni es capaz de ganar las elecciones, o de contar con suficientes apoyos para ser alcalde , sería importante que los que han destruido Barcelona durante los últimos ocho años no estuvieran en el gobierno de la ciudad.


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