Saturday 1 November 2025
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abc - 2 days ago

Fragmentario , de Rodrigo Martín Noriega: pura magia

Cada vez que el rumor se extiende, anunciando una nueva publicación del escritor y profesor tudelano Rodrigo Martín Noriega, empieza a despertarse la expectación entre sus seguidores, conscientes de que algo extraordinario va a suceder, de que no está a punto de aparecer un libro más, sino un acontecimiento que trasciende las barreras de lo meramente literario, pertrechado de su capacidad sorpresiva y emocional, para conmover los ánimos y remover las conciencias de sus lectores, porque la de Rodrigo Martín Noriega es una voz narrativa inquietante y propia, que traspasa las fronteras de la realidad para atisbar con los ojos de su imaginación escenarios y situaciones que solo están al alcance de un escritor privilegiado, que vive al margen de cualquier contexto establecido. Ya lo demostró con novelas anteriores como La variable humana (premio Fundación Monteleón), la fantástica La estación de los vientos o la explosiva Wisconsin , y con libros de narraciones más breves, como Relatos sobre las demás cosas (premio Miguel Delibes) o Inventario ; si bien esta nueva recopilación de ficciones cortas supone, con respecto a las publicaciones precedentes, un impulso importante en su trayectoria. Hay un poso evidente de madurez en las temáticas, en los argumentos, en los planteamientos, en el uso del lenguaje, en la contundencia de los diálogos, en la modulación de las voces, en la cadencia de las comparaciones precisas y deslumbrantes, en la armonía trepidante de las oraciones consecutivas, porque, como alega en uno de sus relatos, «jamás (habrá) un ataque brutal contra la sintaxis». Hay, quizás, menos ciencia ficción, pero se mantiene la construcción de mundos peculiares, de situaciones enigmáticas o inesperadas, a veces incluso desbordantes de fantasía, pero hay un hilo conductor, rico en metáforas y con visos de parábola en ocasiones, que denuncia muchas de las lacras con las que contaminan a la Humanidad actual algunos regímenes económicos, ciertos idearios políticos o religiosos, el calentamiento climático, el hambre, las enfermedades mentales o la falta de libertad que enmudece tantas gargantas. Así vaticina Martín Noriega que existe una máquina de movimiento perpetuo, una nueva diosa que hace prevalecer el caos sobre el orden, por mucho que surjan ojos de cristal o de cerámica que hagan cambiar la visión de un mundo que, en ocasiones, tiene mucho de desguace humano y mecánico. Entre esta docena de relatos, y dentro de un nivel general excelente, destacan algunas piezas dignas de figurar en las antologías más rigurosas. La inaugural La caja es un prodigio de refulgente creatividad, donde Rodrigo crea una atmósfera de incertidumbre entre un matrimonio recién separado, antes de sacarse de la chistera, en un alarde de pura magia, un final absolutamente magistral. La misma magia arrebatadora recubre con una pátina de cruel belleza narrativa a relatos como el esperpéntico y brutal Estómago grande , el espeluznante Economics o Tercer acto , donde un crítico teatral deja dicho (o no) antes de morir presenciando una función que su «final es exuberante, digno de todos los elogios, sin comedimientos». Y así son estos relatos, como califica el crítico a la obra que ha presenciado antes de expirar. Pero, a mayores de todo lo dicho con anterioridad, los continuos contrastes, la dosificación desasosegante de los silencios en el tempo narrativo o la tersura delicada de las palabras alivia el dramatismo de numerosas escenas aterradoras como el zarpazo lacerante de un lobo que surge entre las cortinas de la oscuridad. En estos tiempos en que cada semana se publican miles de libros infames, por mucho que sus fajines o solapas pregonen mentiras pinochescas y sonrojantes, que garantizan su magnificencia y su imprescindible necesidad en el panorama editorial, no puedo estar más de acuerdo con la concisa afirmación que reza en la contraportada de este Fragmentario tan macizo: «es un libro buenísimo, que te va a encantar». Y a mí, como lector, no solo me ha encantado. Como me ocurrió después de descubrir a Stefan Zweig, a Sándor Márai, a Edgar Allan Poe, a Cortázar, a Borges o a Tomás Sánchez Santiago, tengo la sensación de que mi vida ya no será igual después de leer estos relatos que, como ya he adelantado en algún pasaje de esta recensión, están esmaltados de pura magia.


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