Monday 20 October 2025
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eldiario - 2 days ago

El más pringao de la fiesta

Cada vez que bailaba pegado a una chica lo hacía con torpeza, siempre más pendiente de no pisarla que de lo otro. Por eso, hace unos días, cuando me enteré de la muerte de John Lodge, el de los Moody Blues, me vino al recuerdo mi to aquella época de cuando hacíamos los guateques en una casa abandonada Yo era un desastre, lo confieso. Cada vez que bailaba pegado a una chica lo hac a con torpeza, siempre m s pendiente de no pisarla que de lo otro. Por eso, hace unos d as, cuando me enter de la muerte de John Lodge, el de los Moody Blues, me vino al recuerdo mi to aquella poca de cuando hac amos los guateques en una casa abandonada. Era a finales de los 70, por el barrio de Tetu n, en un Madrid que ya no existe. Entonces se llevaban las botas camperas y los p las faldas largas y los pantalones de campana. Barbas y tabaco negro se alternaban con consignas de tiempos p palabras como autogesti n y asamblea iban de boca en boca, entre el humo del Ducados y las citas clandestinas. Pero todo esto todav a me quedaba muy lejos. Eran cosas de los m s mayores, de la generaci n que me preced a y que terminar a cambiando aquellas consignas por los banderines del campo de golf. La tierra es para quien la trabaja, y la cajetilla de Ducados para los que se rascan el bolsillo. Espa a se convirti en un pa s donde hacer dinero era m s f cil que comer con hambre, y quien no lo tuviese era un matao. Discurso racista donde los haya. El tiempo del cambio lleg con la entrada en la OTAN; para que haya paz hay que estar armado, dec an los muy hip critas, justificando as el ingreso en una organizaci n que va dejando su rastro de sangre ah por donde interviene. Pero me estoy saliendo de tema. Ven a a decir que hace unos d as nos dej John Lodge, del grupo Moody Blues, cuya canci n Nights in White Satin daba la se al de salida para que las parejas bailasen muy juntitas en los guateques. Eran tiempos en los que el pincha-discos era el menos favorecido de toda la nadie quer a desempe ar tan ingrato trabajo, pues nunca pillaba cacho. Hoy las cosas han cambiado tanto que el pincha-discos es el rey de la fiesta, el puesto m s codiciado y la figura mejor pagada de todo el recinto. Ahora se le llama disc-jockey (dj) y una sesi n de un dj se cotiza al alza en la noche can bal. La econom a casino es lo que tiene, que lo que hoy se pudre como basura, ma ana incrementa su valor. Son las fluctuaciones del mercado, que llaman los entendidos. Me vienen a la memoria estas cosas, cuando sal a a bailar con alguna chica y mis ojos nunca se posaban en los de ella, sino en sus zapatos que siempre acababan pisoteados. Por eso, un buen d a decid ser el pincha-discos, el m s pringao de la fiesta, el que pon a la m sica cuando tal encargo no estaba cotizado. Y con esto vuelvo a recordar la portada psicod lica de aquel disco de los Moody Blues que yo pinchaba en el momento m s oportuno, cuando las parejas se convert an en una sombra del rinc n m s oscuro.


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