Saturday 12 October 2024
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abc - 11 days ago

Amador Palacios. Diario de un poeta confeso casi sanado

Amador Palacios está impreso en mi memoria como una foto fija a la que siempre recurro buscando un consuelo de juventud. Es una foto de familia allá por los 80, en la que aparece con su primera mujer Charo y sus dos hijos Nathanael y Miguel. No importa las demás veces que lo haya podido ver, él siempre se me presenta así, antes de recrearlo de otro modo, como fondo de armario de mi imaginario. Vivían en el noble barrio de Santo Tomé en Toledo, en una especie de buhardilla sin pasillo donde las habitaciones, un salón y dos dormitorios, se comunicaban entre sí por una cortina debiendo cruzar una estancia para acceder a la otra. De aquella época conservo una frase de Amador, que él me niega, pero que yo guardo como suya en mi haber de frases ingeniosas y memorables que pronunciaba con una sonrisa circunstancial: «qué miseria más absoluta». Yo estudiaba periodismo en Madrid y lo que de verdad importa es que cuando venía a Toledo su casa era mi casa y que Amador, presente o no presente, visible o no visible, siempre ha estado ahí, el poeta y el amigo . Charo, como pintora Xaro , ha muerto este año con gran tristeza por mi parte por no haberla visto lo sufi por aquel entonces era avispada y con una marcada personalidad, pequeña, con una extraña mezcla entre moderna, hippy y saritísima manchega. Amador era apuesto, una guapura que, sin menospreciar el paso del tiempo, aún conserva, y tenía entonces la misma mirada entre triste, meditabunda y tiernamente cínica , mirada que le sigue acompañando, mirada de escritor, mirada de poeta. Siempre he pensado que Amador tiene un gesto cínico, o mejor, irónico, burlón con esa media sonrisa contenida y esos ojos de expresión trágica e inocente que se ríen como pidiendo perdón por desacato, a pesar de la mirada triste y perdida que suele presentar en sus imágenes publicadas. A mí lo que me puede es esa media sonrisa con la que invoca a tu pícara complicidad. Quizás tenga que ver también la expresión de la que hablo con esa intención que prologa Alfonso Armada en el último libro que ha publicado el poeta, el diario Confesiones Sanadas (1924) : «desconcertar al tonto, ese que acaba las frases sin ton ni son, sin pararse a pensar ni en el humor ni en la poesía, que son rasgos que nos hacen más humanos» o con el poema que traduce Amador del heteronímico Pessoa: « El poeta es un fingidor / finge tan completamente/ que llega a fingir que es dolor/ el dolor que de verdad siente». Amador Palacios es un poeta genuinamente castellano-manchego, territorial, ya que no puedo superarlas, transcribo las palabras pronunciadas en una lectura de poemas en 2023 por su amigo el periodista y miembro de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (RACAL), José Ángel García : «Aunque reconocido en el ámbito nacional, y aunque esta comunidad autónoma no existiera cuando nació, Amador es castellano-manchego de pura cepa: nace en Albacete, crece en Toledo, vive y trabaja en Alcázar de San Juan , mantiene una relación literario-afectiva con Cuenca, donde llega a plantar residencia y además, de cuando en cuando, se da un garbeo por Guadalajara para visitar a su primo». Lo mismo ocurre con su trayectoria literaria: es un destacado especialista en postismo , el movimiento vanguardista surgido en España en la primera etapa del franquismo, con importantes conexiones castellano-manchegas. Amador es biógrafo de uno de los señuelos del postismo, el poeta Ángel Crespo , (Ciudad Real), y aunque el movimiento se gestó en Roma por su ideólogo, el pintor y poeta Eduardo Chicharro , lo hizo al albur de los fotomontajes postitas del pintor Gregorio Prieto (Valdepeñas). Chicharro fue profesor de Pedagogía del Dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid siendo discípulos suyos afamados artistas como el pintor Antonio López (Tomelloso) o la pintora Amalia Avia (Santa Cruz de la Zarza). Un movimiento que inspiró al dramaturgo y por entonces pintor postista, Francisco Nieva (Valdepeñas) y a otros que, sin llegar a serlo del todo, quisieron revitalizarlo como Carlos de la Rica (sacerdote en Carboneras de Guadazaón, Cuenca). Ya fuera del postismo, pero pisando terreno, Amador Palacios también es biógrafo del poeta Dionisio Cañas (Tomelloso). Aunque Amador Palacios no hace mucho se lamentase de que cada vez escribe menos poesía , y su última publicación sea de 2018 (Las palabras son nocivas), Amador es un poeta total y confeso, que como tal se delata en sus Confesiones sanadas , diario recopilatorio de artículos en la revista digital FronteraD (2020-2024). Amador ha publicado 15 libros de poesía y dos antologías y aunque haga otras cosas al final todo va enfocado a la poesía o tiene a esta como hilo conductor o a las otras cosas como su efecto colateral. Amador, filólogo, es además de poeta, traductor y ensayista . En Confesiones Sanadas, en prosa y en verso, su prosa habla casi todo el tiempo de poetas, poemas y poesía. Y confiesa tener apartados versos para publicar otro libro de diarios, pero solamente poético. No hay poeta que no sublime la poesía, que no se sature y sature con ella, que no padezca o haga padecer esa obsesión endogámica por cada verso, esa adicción a un género que puede llevar casi a la locura cuando se le escapa entre los dedos y la persigue exhausto sin llegar del todo a poseerla, la preciosa, cainita, maldita poesía. Pero es esa locura la que finalmente te acerca a ella, como defiende Amador: «la locura, aun pudiendo ser una tremenda sensación amarga, es grandemente cualificable por su asombrosa creatividad». Meses antes de publicar este diario, en el contexto de una conversación con otro poeta que criticaba, tras una presentación, que ahora cualquiera publica poesía , por la dilatada producción editorial sin ningún tipo de filtro de calidad o quizás fuese en una exposición de un escultor aquí en Toledo, Amador confesó que él ya casi no escribía poesía, que estaba desganado, que no le apetecía. Sin embargo, en este libro no abandona el faro de la poesía. En Confesiones sanadas , Amador Palacios se muestra como poeta confeso, da poder a la poesía por encima de la realidad , cree que la supera y la antecede y que cualquier poema puede ser válido en otro espacio y otro tiempo: «puede que la realidad resida en el poema, más que en la propia realidad, por su capacidad de adaptación a la misma» y defiende la poesía como «la sustancia de la literatura, su esencia» , como «el habla más especial», porque está «dotada de arte, y de recursos para serlo», y da consejos sobre su uso: « las palabras son nocivas si hurgan en la memoria despertando el rencor». Como filólogo defiende también el lenguaje poético: «me alegro de que Dante escribiese en occitano la Divina Comedia, que era la lengua poética de toda Europa». Amador en su diario cita continuamente a poetas. Además de mantener con ellos una amistad fecunda, compartir eventos, cabrearse porque no defienden sus postulados, incluirles entre las «gentes de mal vivir» o sentir su pérdida, Amador asesora sus fundaciones, traduce sus obras, les biografía, les hace objeto de sus ensayos y conferencias , reivindica sus figuras, compra sus libros o se lamenta de su aflicción: «Los puentes guardan cierta nobleza/ al ocultar a los poetas desdichados». Los poetas le inspiran, disfruta de su lectura (leer, leer, leer /hasta agotar las gotas de colirio») y hasta les invoca en sus güijas (en una se le apareció Neruda dictando un poema: «El amor está en tu alcoba/ los demonios caminan/ los enemigos acechan/ pero enmudecen al canto de tu nombre»). Sin embargo, no creo que Amador haya sanado del todo sus heridas , sus contradicciones, su tira y afloja con tantas cosas. Consigo mismo: « la contienda entre el manso y el otro/ que se obceca contumaz/ irascible y a con la vida: «la vida fatiga, es una condena desde el momento de nacer, azarosa, no solicitada, / de incierto término, /abocada a muy certeros límites»; con el mundo: «evitar del mundo el jaleo/ donde todo acaezca sin trascendencia/ la búsqueda mísera del tosco placer»; con el amor:« el amor se gasta, la fogosidad se mitiga, se troca en soso cariño consuetudinario, si no deviene en quiebra sentimental»; con la religión: «la religión no es más que adorar la literatura, buscar a Dios camuflado en la retórica de la Biblia»; con las drogas: «el hachís no consuela como el vino»; con la ideología: el capitalismo es destructivo»; con el pensamiento: «los filósofos son escritores»; con el sistema: « los políticos en democracia se confabulan entre ellos formando una casta», con el lenguaje: « las palabras son nocivas, un arma de doble filo». Ni con la poesía cuando la niega tres veces mientras la ejerce sin parar. No, no está sanado del todo por más que en sus diarios se confiese como tal. Ni falta que le hace .


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