Saturday 12 October 2024
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abc - 11 days ago

El cuento de la criada es real en Afganistán

¿Ha visto la serie El cuento de la criada ? Basada en la novela de 1985 de Margaret Atwood, pinta un cuadro escalofriante de una sociedad distópica donde un régimen teonómico y totalitario somete a las mujeres fértiles, conocidas como criadas , a la esclavitud reproductiva. Un gobierno establecido tras una guerra civil en lo que antes eran los Estados Unidos, impone una jerarquía brutal alimentada por el fanatismo religioso. Las mujeres son despojadas de sus derechos, obligadas a cumplir roles rígidos y se les niega la propiedad, la educación superior, el dinero, e incluso la capacidad de leer. Esto es ficción, una pesadilla distópica diseñada para impactar y provocar reflexión. Pero, ¿qué me diría si les cuento que en pleno siglo XXI, en un país real llamado Afganistán, las mujeres son sometidas a formas similares de opresión bajo un régimen totalitario conocido como los talibanes? Allí, las mujeres tienen prohibido acceder a la educación, al empleo, al deporte, a los viajes, al discurso público, a intervenir en los medios... Los paralelismos son muy inquietantes. Hace sólo unos días, a los periodistas en Afganistán se les prohibió hacer preguntas sobre la educación de las mujeres, un claro indicador del creciente control de los talibanes sobre la nación y su gente. Este movimiento no sólo es un ataque a las libertades básicas dentro de Afganistán, es un presagio de una amenaza más amplia y más insidiosa que podría tener repercusiones globales. La educación de las mujeres es un indicador crítico del progreso y la estabilidad de una sociedad. En Afganistán, la negación sistemática de este derecho por parte de los talibanes es un ataque a la dignidad humana y también una maniobra estratégica que pone en peligro la paz y la seguridad global. El temor no es sólo por el futuro inmediato de las afganas, quienes están siendo reducidas a simples herramientas de reproducción bajo el régimen opresivo. La preocupación más amplia es que estas mujeres, despojadas de educación y oportunidades, puedan ser forzadas a asumir roles que sirvan a la agenda extremista de los talibanes, desde el adoctrinamiento a la producción de futuros terroristas. Esta sombría realidad presenta una doble amenaza. Por un lado, la eliminación de los derechos de las mujeres en Afganistán señala el colapso del tejido moral e intelectual de la sociedad. Por otro, plantea un peligro tangible para la seguridad internacional. Una población femenina no educada y marginada es más manipulable, convirtiéndose en peones en un esquema más amplio para propagar el terrorismo a escala global. La ideología de los talibanes, arraigada en una interpretación distorsionada del Islam y en una visión patriarcal extrema, no se limita a las fronteras de Afganistán. Busca expandirse, y la supresión de las mujeres es una parte crítica de este plan insidioso. La comunidad internacional ha observado lo que allí ocurría desde la distancia durante demasiado tiempo, permitiendo que los talibanes consoliden su poder y sus políticas regresivas sin un desafío significativo. Si el mundo continúa haciendo la vista gorda, el costo no se limitará a Afganistán. Las repercusiones de este silencio se sentirán en forma de una mayor inestabilidad, terrorismo y una crisis humanitaria creciente. Apoyar a las mujeres afganas no es sólo un imperativo moral ; es esencial para la paz y seguridad globales. La comunidad internacional debe tomar una postura firme contra las acciones de los talibanes. La lucha por las mujeres de Afganistán es una lucha por el futuro de Afganistán y por la seguridad del mundo en general. Es hora de que el mundo responda con igual claridad y determinación. El silencio que ha permitido que esta situación se agrave.


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